Nuestros 10 días en Nueva York fueron bastante intensos. Antes del viaje, elaboramos un planning detallado y exigente para aprovechar al máximo cada momento. Y realmente lo conseguimos: disfrutamos cada día sin parar.
Espero que nuestro itinerario y nuestro diario de aventuras os inspiren y motiven. Que tengáis la oportunidad de divertiros tanto como lo hicimos nosotros.
Times Square
Nuestro primer día en Nueva York comienzó al mediodía, nada más aterrizar. No puedo negar que estábamos a la vez nerviosos e ilusionados por conocer la ciudad.
Cogimos el metro al apartamento que habíamos alquilado, en la zona de Astoria, al noroeste de Queens, un barrio residencial y tranquilo que está a unos escasos 20 minutos en metro de Times Square. Muy recomendable si no quieres estar en el bullicioso centro de la ciudad, pero quieres estar cerca.
Después de que nuestro casero nos recomendase algunos lugares para comer, cogimos el metro dirección a Times Square, el corazón de Nueva York. A pesar de todas las veces que lo hemos podido ver en películas o series, el lugar no deja de sorprenderte. Nuestros sentidos se vieron sobreestimulados con la inmensa cantidad de imágenes, vídeos y anuncios. Muchísima gente por todos lados y muchas veces reunidas en corro en torno a grupos de personas que hacían todo tipo de espectáculos como música, baile, magia ...
Estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas y nos sentamos en las escaleras que coronan la plaza, disfrutando del gentío y de todas las luces que nos rodeaban.
Después de una hora, nos pusimos a pasear, sin ningún destino decidido y con el objetivo de dar una vuelta entre los rascacielos. Bajamos por la 6th Avenue hasta Bryant Park y desde ahí, caminamos por la 5th Avenue hasta llegar a los pies del Empire State. Una vez allí, subimos hasta la estación de Gran Central Terminal y estuvimos un rato paseando por su interior. Muy recomendable aprovechar y entrar al vestíbulo y ver el reloj de cuatro caras y los inmensos ventanales.
Finalmente y cansados por el viaje, nos cruzamos todo Manhattan para llegar al Riverside Park South y disfrutar del atardecer sobre el río Hudson.
Para conocer bien una ciudad, nunca puede faltar un tour guiado. Por eso nuestro segundo día comenzó con uno por el Sur de Manhattan. Y si os somos sinceros, fue todo un acierto. Nos presentaron toda la historia de la ciudad, desde la llegada de los primeros exploradores hasta convertirse en la metrópolis cosmopolita que es a día de hoy.
No dudéis en hacer una visita guiada en los primeros días nada más llegar. Os prometo que no veréis la ciudad y los monumentos de la misma manera y la entenderéis y disfrutaréis mucho más.
El tour nos llevó desde el toro de Wall Street, hasta la estatua de la libertad, pasando por la escultura de la Niña sin miedo y por el City Hall. Terminamos en un lugar emblemático y solemne: El Memorial del 11-S.
Allí nos quedamos un largo rato paseando entre los árboles, cada uno de los cuales simboliza a un policía o bombero caído, y observando las fuentes, que están donde antaño estuvieran las torres gemelas. No puede faltar en este viaje una visita a este lugar y que lo hagáis con el respeto y la solemnidad que merece.
Museo Guggenheim
Aprovechamos para ver la parada de metro más cara del mundo, diseñada por Calatrava y que recrean unas manos liberando una paloma, simbolizando así la paz.
Desde ahí bajamos hasta la Iglesia de la Trinidad, bastante parecida a las iglesias góticas que tenemos en Europa, pero resultó chocante entrar en un templo así estando rodeados por rascacielos.
Nada más salir cogimos el metro y subimos hasta el Upper East Side, localización de series tan archiconocidas como "Gossip Girl". Paseamos por ahí un rato y nos dirigimos directamente al museo Guggenheim.
Recomendación: Todos los museos permiten entrada gratis una tarde a la semana. Te recomendamos que estés atento y las saques con tiempo desde la página web, porque se suelen agotar.
El Museo Guggenheim es un indispensable si viajas a Nueva York. No sólo por la inmensa variedad de obras de autores tan reconocidos como Van Gogh, Picasso o Kandinsky, sino por su emblemática arquitectura interior, con su rampa en forma de espiral helicoidal que te permite disfrutar de todas las obras de manera continua, sin perderte entre salas anexas y pudiendo seguir un orden pictórico.
Y como se hacía tarde, decidimos cruzar la calle y entrar a Central Park, para terminar el día dando un paseo alrededor de su oasis central y ver cómo caía el atardecer entre los rascacielos. Y fue una experiencia que nos encantó. Además, al anochecer aparecen multitud de luciérnagas que dan un aire mágico al parque.
Puente de Brooklyn
Como nuestro tercer día en la gran ciudad coincidió con un domingo, aprovechamos para ver una misa Gospel en Harlem.
Si bien hay multitud de Iglesias con misas góspel en Harlem, nosotros nos decidimos por ir a Bethel Góspel Assembly. No sólo por ser una de las más conocidas, sino también por aceptar de buen grado la presencia de turistas. Hay que entender que son celebraciones religiosas y en algunos casos pueda no ser de buen gusto la entrada de turistas que no van a participar activamente en la misa.
Os subirán a la planta de arriba, eso sí, y desde allí podréis ver cómo la celebración y todos los cánticos. Sin duda un imprescindible de Nueva York, al que acudir y disfrutar con mucho respeto.
A continuación nos dirigimos a Central Park para hacer una de las actividades que más ganas teníamos de probar: Dar un paseo en bici alrededor del parque.
Recomendación: Hay multitud de empresas que alquilan bicis durante un par de horas o incluso durante un día entero. Si bien es la opción más sencilla, no tiene por qué ser la más barata. A través de la aplicación city bike podéis coger bicis que se encuentran ancladas en multitud de puestos a lo largo de la ciudad, de manera que podéis coger y dejarlas donde y cuando queráis. Hay una opción de sacar un pase mensual y usarla todas las veces que quieras, que puede ser interesante si váis a estar mucho tiempo o pensáis usarla bastante.
El plan de un paseo con la bici por Central Park fue lo que más me gustó de todo el viaje. Es una actividad que hacen tanto locales como turistas, sino que te permite desconectar del continuo bullicio de la ciudad y disfrutar del pulmón verde, las ardillas y las colinas con vistas impresionantes de los rascacielos.
Dejamos las bicis al salir del parque y nos dirigimos a la Catedral de San Patrick, y entramos dimos un paseo por su interior. Desde allí fuimos a Rockefeller Center, atravesando las fuentes que custodian sus puertas hasta llegar a uno de los puntos más icónicos que tiene: la pista de patinaje.
Luego ogimos el metro y en un escaso cuarto de hora llegamos al Puente de Brooklyn. Cruzar desde Manhattan hasta Brooklyn a través de este puente es una experiencia obligada para cualquier persona que decida viajar a Nueva York. Y si bien es cierto que en sus más de 1800 metros seguramente encuentres una gran cantidad de turistas y vendedores de souvenirs, también es cierto que verán spots inolvidables con unas vistas increíbles del downtown.
Al cruzar este monumento emblemático y llegar a Brooklyn, sólo hay que bajar unas escaleras y cruzar una calle para llegar al famoso Dumbo y poder hacerse la típica foto con el Manhattan Bridge de fondo.
Y como se iba haciendo tarde, decidimos aprovechar y cenar un perrito de un puesto callejero y ver como caía la noche en la ciudad mientras cenábamos, sentados en una barandilla del puente de Brooklyn.
Nota: Los hot dogs de los puestos callejeros no nos gustaron en general. Recomendamos mucho más comprarlos en sitios tan emblemáticos como Nathan's hot dog o el Grey's Papayas.
En cualquier viaje es importante tener un plan B y estar dispuesto a improvisar. En nuestro cuarto día en Nueva York, la lluvia nos arruinó nuestros planes iniciales: Kayak en el Hudson y cine en Bryant Park.
Por eso nos dirigimos en metro a la 5th Avenue y entramos en la tienda de Apple. Teníamos bastante curiosidad por ver cómo sería la tienda, resguardada por un cubo de cristal, de una de las empresas más poderosas de Estados Unidos. Si bien fue bastante curiosa, tampoco había mucha diferencia con cualquier otra tienda que podrías encontrar en otra parte del mundo.
Paraguas en mano, bajamos la avenida dando un paseo hasta la Biblioteca de Nueva York. No era nuestra intención, pero la lluvia apretaba y la entrada era gratis.
Y fruto de la casualidad, descubrimos un rincón poco conocido pero que es completamente indispensable: La sala Treasures, que se encuentra nada más entrar en la biblioteca, al fondo del vestíbulo.
The Vessel
En esta sala, de acceso gratuito (sólo hay que esperar una pequeña cola porque dentro hay aforo limitado), podrás encontrar desde una de las primeras Biblias impresas por Gutenberg, los peluches originales que inspiraron a Winnie the Pooh o la copia original de la Declaración de Derechos Civiles de los Estados Unidos de América. Una sala poco conocida pero repleta de documentos originales y objetos que han sido esenciales en la historia de la humanidad.
Después de un buen rato disfrutando de esta sala, bajamos hasta el edificio Flatiron, un clásico de nueva York por su forma en ángulo agudo. Paramos para hacer fotos y seguimos caminando hasta el Triángulo de Hess, la propiedad privada más pequeña del mundo (y una de las más caras por superficie). Si bien no es un indispensable, nos generaba curiosidad conocer esta esquina. Si estáis de paso no os la perdáis.
Dedicamos el resto de la tarde a pasear por el SoHo. Una zona más local y pintoresca, llena de locales de arte y pequeños bares encantadores. Nos sentamos en un café para descansar y disfrutar de los transeúntes y viendo cómo llovía.
Como empezaba a caer la tarde, nos dirigimos a Little Island, pero estaba cerrada por el mal tiempo, así que subimos hasta el High Line, uno de nuestros planes favoritos de Nueva York. Se trata de unas antiguas vías de metro que iban sobre tierra y que se han reformado y convertido en una zona de paseo. Desde allí vimos el atardecer y paseamos por encima de las calles.
Si sigues High Line hasta el final, llegarías hasta hasta The Vessel. Un monumento e icono moderno de la ciudad. Fuimos por la noche y tuvimos suerte de que no había prácticamente nadie y pudimos hacer unas fotos increíbles y con las luces de los rascacielos de fondo. Eso sí, desde el 2019 ya no permiten a nadie subir al monumento y sólo podríais verlo por fuera.
Museum Of Modern Art de Nueva York
En el ecuador de nuestro viaje, decidí madrugar y salir a correr por Central Park. A pesar de que fui temprano para aprovechar el día, me sorprendió ver una gran cantidad de gente, la mayoría neoyorquinos, que aprovechaban el pulmón verde de la ciudad para correr o pasear. Si eres runner, no puedes perderte vivir esta experiencia. Te encantará.
Después de volver al apartamento y arreglarnos, cogimos el metro dirección al centro de Manhattan para ver uno de los museos que más ganas tenía de conocer nos esperaba: El MoMa.
Recomendación: Si tienes menos de 16 años, la entrada es gratuita. Si eres estudiante o tienes más de 65 años, la entrada tiene un descuento del 50%. Os recomiendo sacar las entradas online en el pinchando en el link.
El Museum of Modern Art, fue sin duda alguna, de todos los museos que vimos en Nueva York, el que más me gustó. Hay obras tan famosas como "La noche estrellada" de Van Gogh, "Latas de Sopa Campbell" de Andy Warhol o "Los Amantes" de Magritte. También hay cuadros de Picasso, Monet y Dalí entre otros.
Estuvimos toda la mañana y sólo nos fuimos cuando el hambre nos venció. Y aún así nos dio tiempo justo para ver y disfrutar todo el museo. Como sabíamos que ver en una mañana en el museo podía ser misión imposible, apuntamos los cuadros que queríamos ver del museo y fuimos directamente a verlos, dedicando un tiempo en el camino a los que nos llamaban la atención.
De ahí subimos a central Park y aprovechamos para descansar tumbados en Sheep Meadow, con la vista de los rascacielos de fondo.
Como la experiencia de las bicis nos había encantado, volvimos a usarcity bike y bajamos por la 5th Avenue. Hay un carril y puedes ir más tranquilo sin miedo a los coche o a los peatones. En el mapa parece que está todo cerca pero tardamos más de una hora en llegar a Withehall Terminal. Allí cogimos el ferry para ver la Estatua de la Libertad.
Recomendación: Hay excursiones para ir a la isla donde se encuentra la Estatua de la Libertad y visitarla desde abajo y por dentro, aunque las valoraciones no son muy positivas y suele ser caro. Tanto locales como turistas recomiendan mucho más coger el ferry que va a Staten Island, que pasa cada 10-20 minutos y que es gratis. pasa justo delante de la Estatua y te permite apreciarla y disfrutarla tantas veces como quieras.
Tuvimos muchísima suerte de que justo cuando cogimos el Ferry, caía el atardecer y el sol se escondía justo detrás de la Estatua. Conseguimos unas vistas únicas del atardecer detrás de la Estatua de la Libertad y unas fotos inolvidables.
Cuando se llega a Staten Island la gente suele bajar corriendo del ferry para montarse en el que va de vuelta a Nueva York. Pero nosotros no hicimos eso. Decidimos salir y subir a una terraza que hay encima de la terminal y sentarnos en un banco para ver cómo caía la noche y se iban encendiendo las luces de los rascacielos. La experiencia de ver cómo se ilumina la ciudad fue increíble.
Entre los museos que no puedes perderte se encuentra el Museo de Historia Natural. Y ese fue nuestro destino durante toda la mañana de nuestro sexto día en Nueva York.
Recomendación: Al igual que en el MoMa, hay descuentos para estudiantes y por edades. Nosotros no nos llegamos a sacar la NY city pass porque los descuentos de estudiantes eran más rentables que los que te podía proporcionar la tarjeta.
Recomendación: Se tarda varios días en visitar el museo. Conviene tener claro qué se quiere ver para aprovechar al máximo el tiempo.
Durante toda la mañana estuvimos perdiéndonos entre ballenas a escala real, osos y bisontes, o piedras preciosas y geodas Un imprescindible que no deja indiferente a nadie. Especialmente recomendable si vas en familia.
Geoda del Museo de Historia Natural de Nueva York
Y por la tarde hicimos uno de los planes que más ganas teníamos de hacer: Una obra de Broadway.
Tal y como comentamos en la sección de los planes que más nos gustaron, hay maneras de conseguir entradas baratas para Boradway. Nosotros fuimos a ver "Harry Potter and the cursed child". Fue una experiencia increíble, con unos efectos especiales que parecían de cine y con una puesta en escena muy elaborada.
Sin duda hay que aprovechar y ver alguna obra en Broadway. Hay multitud en cartelera y seguro que hay alguna que te llama la atención.
Concierto de jazz en Little Island
Queríamos (y necesitábamos) tener un día más relajado y nuestro casero nos recomendó que fuésemos a Conney Island y nos alejásemos del bullicio constante que hay en la ciudad.
Por suerte hay conexión directa en metro desde Manhattan y nos dirigimos a esta península que se encuentra al sur de Brooklyn.
Si bien no es uno de los lugares icónicos que visitar cuando viajas a Nueva York, tiene una serie de de atractivos que te comento a continuación.
En primer lugar y nada más salir del metro, te encuentras con el Luna Park de Conney Island, un parque de atracciones con multitud de opciones tanto para familias como para los más aventureros.
El paseo marítimo, coronado por un impresionante muelle que te adentra varios metros hasta el interior del atlántico y con unas vistas increíbles de toda la costa.
Nathan's hot dogs. En Conney Island se encuentra el local más antiguo de uno de los restaurantes más famosos de perritos calientes de todo Nueva York. Un imprescindible visitarlo y comer unos hot dogs allí.
Después de darnos un baño en el Atlántico y relajarnos dando un paseo por la playa, volvimos a Manhattan para visitar Little Island. Teníamos planificado haberla explorado el cuarto día de viaje pero estaba cerrada ese día por mal tiempo.
Y en todos los viajes os recomiendo que estéis abiertos a improvisar, porque fue lo que hicimos nosotros. Nada más llegar nos encontramos con que había un concierto de jazz en el centro de la isla. No lo dudamos dos veces y entramos al concierto, con la suerte de que cuando el primer artista empezaba a tocar, el sol del atardecer caía sobre el Hudson.
Cuando acabó, pudimos disfrutar de un paseo nocturno por la isla y descubrir sus curiosos rincones y miradores.
Recomendación: Hay varios espectáculos de Jazz y cine en parques durante el verano (y además son gratis). Si vais en los meses de Junio-Julio estad atentos porque podéis encajar algún espectáculo en vuestro planning.
No podíamos irnos de Nueva York sin conocer dos de sus barrios más famosos y pintorescos: Cinatown y Little Italy.
Por ello cogimos una visita guiada para poder recorrer sus rincones más importantes a la vez que aprendíamos sobre su historia y las curiosidades y anécdotas que los rodean.
Es importante que el tour que escojáis lo reservéis con tiempo, que se suelen agotar rápidamente, especialmente si los buscáis en español.
Si bien nos encantó conocer la historia de los dos barrios y recorrerlos de una punta a la otra, nos decepcionaron un poco. Son más pequeños de lo que pensábamos y a día de hoy son un foco para el turismo.
Eso sí, comer en chiantown es una experiencia increíble. La comida es auténtica china y los precios son bastante asequibles.
De hecho nos recomendaron un local de gyozas que estaban increíbles. Y el sitio era tan local, que lo regentaba una señora mayor que sólo hablaba chino. La comunicación fue un poco complicada hasta que conseguimos la comida.
Vistas desde The Summit
Y en este día haríamos otro de los imprescindibles si vienes a Nueva York: Subir a un rascacielos.
La oferta de rascacielos y rooftops que se pueden visitar es inmensa y cada cual tiene su encanto. Algunos de los más famosos son:
Sin embargo, nosotros nos decantamos por The Summit , un mirador que había abierto recientemente, y que se compone de tres plantas visitables, que culminan en una azotea - bar y que supone una experiencia inmersiva completa. Nos habían recomendado subir a éste, no sólo por poder tener vistas de los edificios más emblemáticos como el Empire State o Rockefeller center, sino que tenía spots y experiencias que el resto de miradores no tienen: sala de espejos, fotos en un suelo de cristal abierto al vacío y una terraza llena de globos, entre otros.
Nos quedamos allí toda la tarde hasta que conseguimos ver cómo el sol del atardecer se escondía entre el resto de rascacielos.
Aunque la visita habitual cuando estás varios días en Nueva York, suele ser Washington, teníamos un amigo que se acababa de mudar a Filadelfia y nos invitó a descubrir esta pequeña perla.
Aunque sólo hicimos un one-day trip, la ciudad merece un capítulo a parte de nuestra aventura y le hemos dedica su propia sección: Nuestro día en Filadelfia.
Rascacielos en 6th Avenue
Si hago un viaje en el que visito una única ciudad, me gusta que el último día dedique un rato a volver a los lugares que más me gustaron.
Tuve suerte de que el avión salía por la tarde y tenía la mañana libre para aprovechar y retornar a los sitios que más me llamaron la atención.
Primero volví al Puente de Brooklyn y lo crucé bien temprano. Por la mañana había menos gente que al atardecer y se disfruta mucho más. De ahí me dirigí a DUMBO para volver a ver la típica postal con el Manhattan Bridge de fondo. Volví a cruzar el puente de Brooklyn para seguir mi paseo por Wall Street y volver a ver las esculturas del toro y la niña sin miedo.
Volví al Memorial del 11-S para contemplar una última vez la solemnidad que se respira en el lugar y subí por la 5th Avenue hasta Times Square para dejarme sobreestimular por los carteles, luces y personas que abarrotan la plaza.
Finalmente quise dar un último paseo en bici por Central Park, que había sido mi plan favorito del viaje, antes de volver a casa.