Durante nuestros 11 días recorriendo la costa suroeste de Francia, nos sumergimos en la rica historia de ciudades vibrantes como Burdeos y Bayona. Disfrutamos de la belleza de los viñedos en Saint-Emilion y sentimos el contraste del País Vasco francés al explorar lugares emblemáticos como Biarritz.
Entre la variedad de planes que hicimos, hay algunos que realmente destacaron y que recomiendo a cualquiera que desee descubrir esta bellísima región.
Paseo en bicicleta por viñedos
Sin duda, el plan que más me cautivó de todo el viaje fue pasear en bici entre los viñedos de Saint-Emilion. Recorrer caminos públicos, rodeados de vides cargadas de uvas, fue una experiencia mágica. Hacer una parada en la bodega de Château Taillefer añadió un toque especial a nuestra aventura.
Después de toda la tarde, habíamos recorrido más de 26 km por los hermosos alrededores de Saint-Emilion, y puedo asegurar que cada pedaleo valió la pena.
Para el alquiler de bicicletas, no dudamos en recomendar Unibike. Ofrecen bicicletas completamente equipadas con luces, casco y cesta, lo que te permite explorar con comodidad. Además, te proporcionan varias rutas de diferentes intensidades y duraciones que puedes seguir en Google Maps, así no tienes que preocuparte por perderte o entrar en propiedades privadas. ¡Una forma perfecta de disfrutar de la naturaleza!
Uno de nuestros grandes descubrimientos en Bayona fue, sin duda, su vibrante mercado. Situado en el corazón de la ciudad y adyacente a la encantadora plaza Morlesin-Carreau, donde se pueden encontrar terrazas acogedoras y música en vivo, este mercado es un lugar singular que no puedes perderte.
Rodeado por una impresionante estructura de hierro, el mercado está lleno de pequeños puestos que ofrecen una variedad de productos locales. Es un auténtico paraíso para los amantes de la gastronomía, perfecto para degustar delicias de la región o simplemente disfrutar del ambiente. Nos gustó tanto que lo visitamos varias veces durante nuestra estancia en la ciudad, cada vez descubriendo algo nuevo.
Mercado de Bayona
Duna de Pilat
Si te encuentras cerca de Burdeos, no puedes perderte la duna más alta de Europa: un impresionante espectáculo natural que combina vistas asombrosas de la bahía y del Cabo Ferret con un vasto bosque de pinos.
Visitar la duna fue, sin duda, uno de mis planes favoritos del viaje. A pesar de la afluencia de visitantes, la belleza natural y la inmensidad de la duna hacen que la experiencia sea realmente única. Tuvimos la suerte de que el día de nuestra visita el clima acompañaba, lo que nos permitió disfrutar de vistas espectaculares de los alrededores.
Como amantes de los atardeceres, estuvimos en la búsqueda del mejor lugar para disfrutar de esta mágica experiencia. A pesar de haber explorado muchos lugares encantadores a lo largo de la costa y parte del interior de Francia, hay un ganador indiscutible: las playas de Arcachon.
Rodeadas de un paraje natural incomparable y salpicadas de casas señoriales a lo largo de la costa, estas playas ofrecen una larga extensión de arena tranquila y poco concurrida que nos dejó sin palabras.
Si tienes la suerte de encontrar una tarde despejada, podrás presenciar cómo el sol se oculta detrás de Cabo Ferret, mientras las últimas luces del día bañan de color caramelo los barcos anclados en la orilla. Sin duda, uno de los mejores momentos de todo el viaje.
Atardecer en la playa de Arcachon
Jardín público de Burdeos
Aunque visitar Burdeos es un imprescindible, donde sus calles y edificios evocan el París más clásico, hay un rincón de la ciudad que nos cautivó por ser tan inesperado como hermoso: el jardín público.
Situado a unos diez minutos a pie de la plaza del teatro, este florido parque es el refugio perfecto en un día soleado, lleno de locales que salen a pasear o simplemente a disfrutar del entorno. El jardín cuenta con pequeños lagos y encantadores puentes que lo cruzan, así como áreas rebosantes de flores.
Al final del jardín, un pequeño jardín botánico alberga especies exóticas que deleitarán a los amantes de la botánica. Es un verdadero remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad, y un lugar imprescindible donde vale la pena pasear y empaparse de la cultura local.
¿Sabías que Burdeos fue el modelo que se tomó para construir la París neoclásica que perdura a día de hoy? Nosotros no lo supimos hasta que paseamos por esta preciosa ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Con atractivos tan singulares como la Plaza de la Bolsa, el Espejo de Agua, la Grosse Cloche o la Catedral de San Andrés, Burdeos es una ciudad que merece la pena ser recorrida a pie.
Nada más llegar a la ciudad nos perdimos por sus calles, explorando rincones de todo tipo, las últimas casas medievales que aún quedan y disfrutando de la vista de edificios neoclásicos que había por todos lados. Descubrir la ciudad poco a poco nos encantó e hizo que guardemos muy buen recuerdo de ella.
Y si te cansas de tanto pasear, no hay nada mejor como sentarse y tomar algo en alguna de las muchas terrazas que hay al lado del río Garona o por las pequeñas plazas de todo Burdeos. Estos espacios son perfectos para relajarte y observar la vida pasar, rodeado de la belleza de la ciudad.
Rua de Sainte Catherine
Plaza de la Bolsa
Torre de la Iglesia Monolítica, Saint Emilion
Saint-Émilion nos encantó tanto que decidimos alargar nuestra estancia para aprovechar al máximo la magia de este lugar. Este pequeño y pintoresco pueblo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esconde rincones increíbles que te dejarán maravillado.
Sus estrechas calles medievales, las iglesias talladas directamente en la roca y las impresionantes torres que puedes escalar para disfrutar de panorámicas espectaculares de la región son solo algunas de las maravillas que ofrece.
Y si aún no te parece suficiente, te recomendamos visitar uno de los muchos châteaus de la zona. Allí podrás hacer una cata de vinos o simplemente pasear por la inmensa extensión de viñedos que rodean el pueblo.
Sin duda, Saint-Émilion es un lugar mágico e imprescindible que esperamos volver a visitar en algún momento.
Buscando alejarnos del bullicio y la masificación de lugares tan hermosos como Biarritz, decidimos explorar otros encantadores pueblos de la costa del País Vasco francés.
Bidart nos sorprendió con su arquitectura típica vasca, donde las casas de colores, especialmente en tonos granates, añaden un toque pintoresco. Su gran plaza central, repleta de terrazas, es el lugar ideal para disfrutar de la deliciosa gastronomía local. Además, desde los acantilados que lo separan del mar, encontramos vistas espectaculares de los alrededores que son simplemente imperdibles.
Como nos quedamos con ganas de más, también visitamos la pequeña Guéthary, un lugar con un pintoresco puerto y una encantadora zona centro. Tuvimos la suerte de coincidir con las fiestas locales durante nuestra visita, lo que creó un ambiente vibrante e inmejorable.
Si planeas visitar la costa suroeste de Francia, no dudes en explorar estas increíbles localidades que ofrecen una experiencia auténtica y relajante.
Puerto de Géthary
Plaza Sauveur Atchoarena, Bidart
Puerto y mercado de San Juan de Luz
Con una historia fascinante ligada a la pesca y la piratería, San Juan de Luz es conocida por su pintoresco puerto pesquero y sus hermosas playas. A pesar de nuestras dudas sobre si estaría masificada o si carecería del encanto de otros pueblecitos de la zona, nos sorprendió y encantó desde el primer momento.
La inmensa playa de arena fina es el lugar perfecto para pasear y disfrutar de un baño en las frías aguas del Atlántico. Las casas mantienen la auténtica arquitectura típica vasca, y el puerto es simplemente encantador; hicimos muchas fotos con un fondo inmejorable.
Explorar los rincones de San Juan de Luz y disfrutar de su deliciosa gastronomía fue una experiencia que no podía faltar en nuestro viaje, y realmente no nos decepcionó en absoluto.
Si tienes la oportunidad de visitar, te recomendamos pasear hasta la colina de Saint-Barbe, donde serás recompensado con una panorámica espectacular de San Juan de Luz y Cibourne.
El Castillo-Observatorio de Abbadie fue la gran sorpresa que nos aguardaba en Bayona, y sin duda, mi punto favorito de toda la ciudad. Este lugar combina varios de los aspectos que más me atraen.
En primer lugar, su impresionante arquitectura se encuentra en un paraje natural inmejorable, con jardines muy cuidados y una colina que ofrece vistas al mar que te dejarán sin aliento.
Pero no solo es belleza; este castillo está cargado de historia. Fue la propiedad de Antoine d'Abbadie, un explorador e investigador fascinante, quien adaptó algunas áreas para ser usadas como observatorio.
La fachada está adornada con multitud de símbolos, que van desde los animales que el propietario encontró durante sus exploraciones en Etiopía hasta inscripciones en diversas lenguas. Te reto a que descubras todos los símbolos ocultos en este lugar.