Pasar un año entero en Filipinas sería un sueño hecho realidad, con infinitas actividades para disfrutar cada día. Sin embargo, nuestro tiempo era limitado, así que tuvimos que condensar una increíble variedad de planes en solo dos semanas.
Admito que fueron días intensos, sin un minuto de descanso, pero ahora, mirando atrás, cada experiencia fue fantástica. Además, descubrimos actividades que no esperábamos y que nos encantaron, haciendo que el viaje fuera aún más especial de lo que habíamos imaginado.
Bucear fue sin duda, para mí, lo mejor de todo el viaje.
Filipinas es un destino de buceo incomparable en todo el mundo. Sus aguas cristalinas con una visibilidad excelente, arrecifes de coral y una enorme diversidad marina que va desde tiburones ballena hasta tortugas marinas, delfines y peces de todos los tamaños y colores.
Además, hay multitud de escuelas de submarinismo para todos los niveles.
Si estás federado, no dudes en hacer alguna inmersión en algunos de los puntos más icónicos como Balicasag o Tubbataha. Si no lo estás, siempre puedes probar a hacer un bautismo u obtener la certificación de buceo allí mismo.
Hay un mundo bajo del mar en Filipinas y es un imprescindible descubrirlo.
Y de las inmersiones que hicimos, mi favorita fue Balicasag. Se trata de un Santuario Marino habitado por multitud de especies marinas, en especial tortugas, así como paredes de coral multicolor que te dejarán sin aliento.
Duli Beach, Isla de Palawan
Aunque todos tengamos en mente las playas paradisíacas de arena blanca cuando pensamos en Filipinas, la verdad es que hay un mundo por descubrir en el interior de cada isla.
Inmensas cascadas, ríos que atravesar, tirolinas por las que lanzarse, volcanes, cuevas no aptas para claustrofóbicos o colinas a las que subir, la variedad de planes es tremenda.
Además, aventurarse a explorar la isla también es sinónimo de descubrir playas impresionantes de las que podrás disfrutar completamente solos, como nos ocurrió varias veces en Palawan.
Y si puedes, te recomendaría que viajases en moto. No suele haber mucho tráfico y el estado de las carreteras es bastante aceptable. El de las motos no tanto. Recorrer los caminos bajo la sombra de los cocoteros tiene un encanto indescriptible.
Pero si no tienes carnet, no sabes o te da respeto conducir en moto por estos sitios, no te preocupes. Hay multitud de alternativas que van desde tricycles, excursiones privadas o tuk tuks con los que podrás negociar y organizar el plan que más te apetezca.
Para empaparse de la cultural filipina es imprescindible explorar su rica y variada gastronomía.
Imprescindibles son lo platos que, teniendo al arroz como base, lo acompañan carnes y pescados, en su mayoría hechos a la brasa o en guisos y acompañados con verduras de temporada.
Disfrútalos en carenderías, locales con una mesa llena de ollas y en la que tú vas escogiendo con qué llenar tu plato y luego pagas por lo que has seleccionado. Sin duda la elección más local, rica y barata.
También nos atrevimos a probar frutas exóticas como el durian o el mangostino o a degustar plátanos y mangos que son de los más sabrosos que jamás he probado.
Además, por las calles encontrarás puestos que venderán bollos de coco o rellenos de ube por apenas 5 pesos.
Palto de una carendería a base de arroz, carne, berenjenas y rollitos
Y no te puedes ir del país sin haber probado la cerveza San Miguel en algunas de las múltiples formas (de sólo venta local) que encontrarás, como son la red horse, San Miguel Pilsen o light, entre otras.
Atardecer en Danao Beach
Soy un sunset lover y tengo que reconocer que los mejores atardecer que he visto jamás los he encontrado en Asia.
No sé si será la lenta evolución de colores cálidos a unos más fríos o la tonalidad rosa con la que se queda el cielo después de esconderse el sol en el horizonte.
La verdad es que Filipinas te ofrece algunos spots impresionantes así que te recomiendo que investigues cuáles son los mejores puntos en las islas que visites.
De todos los spots en los que estuvimos, los que más me encantaron fueron sin duda:
Palawan: El Lio Beach
Panglao - Bohol: Danao Beach
Siargao: Cloud 9
Una de las cosas que más nos sorprendió de Filipinas es que hay muchos menos puntos de interés histórico que en otras zonas de Asia.
Sin embargo, decir que no hay ninguno sería un tremendo error. Disfruté muchísimo poder explorar antiguas fortalezas que construyeron los españoles en el siglo XVIII, así como iglesias, catedrales o zonas tan icónicas como Intramuros, en Manila, que se trata del distrito amurallado que construyeron los españoles en esta ciudad.
Además, mientras explorábamos las islas era habitual encontrar algunas iglesias antiguas y restos de fortalezas, que se encontraban en medio de parques y con acceso libre.
Si tienes la oportunidad, no dudes en visitar estos puntos y leer algo de la historia de Filipinas y de su sociedad. Fue algo que me permitió entender comportamientos y tradiciones de la sociedad y valorar la importancia de muchos de los sitios por los que pasábamos.
Catedral de Manila
Filipinas es un destino turístico cada vez más popular. Sus playas paradisíacas y la multitud de actividades y aventuras que puedes vivir en sus islas atraen a mucha gente y de todo tipo.
Por otra parte, los locales son gente súper atenta, cercana y servicial que estará dispuesta a charlar contigo sobre cualquier tema.
Una de las cosas que más disfrutamos en nuestro viaje fue poder charlar y conocer a multitud de gente local que nos contaban desde cómo es su día a día hasta cómo viven ellos la religión o el turismo. Por otra parte, conocer las historias y aventuras de los mochileros que nos fuimos encontrando en el viaje siempre era inspiradores y nos llevábamos alguna recomendación sobre dónde comer o planes que hacer. Además de amigos con los irnos luego de cervezas,
Así que no seas tímido y atrévete a conocer a la gente que te vayas encontrando.
Si hay una actividad que no puedes perderte en Filipinas, esa es el "Island Hopping". Consiste en embarcarte en una aventura de isla en isla, haciendo paradas en lugares clave del mapa. Ya sea para relajarte en playas paradisíacas, capturar paisajes dignos de una película, nadar en lagos escondidos o disfrutar de esnórquel entre coloridos bancos de peces y corales. Nos gustó tanto este plan que lo repetimos en todas las islas que visitamos.
Descubrimos playas de ensueño, nadamos bajo la lluvia, nos lanzamos desde trampolines en lagos secretos y hasta disfrutamos de siestas bajo la sombra de los cocoteros. En casi todas las islas encontrarás opciones para hacer Island Hopping, con una gran variedad de rutas y actividades, así que ¡elige la que más te atraiga y prepárate para una experiencia inolvidable!
Cala en El Nido
Doljo beach en Panglao
Doot beach en Siargao
Siargao es famosa a nivel mundial por sus impresionantes olas, convirtiéndola en un paraíso para los amantes del surf. Desde el momento en que bajamos del avión, todo el mundo nos animaba a disfrutar de este deporte. Y es que, al dar una vuelta por la isla, es evidente que todo gira en torno al surf. No pudimos resistirnos y alquilamos una tabla por un día entero en Cloud 9, uno de los spots más icónicos de la isla. Pasamos todo el día desafiando las olas.
Aunque a veces la multitud resultaba un poco abrumadora, contratamos a un instructor y, tras algunas lecciones, logramos levantarnos en la tabla y hasta hacer pequeños giros sobre las olas. A pesar de las agujetas del día siguiente, la experiencia de surfear en Siargao se ha convertido en uno de mis recuerdos más queridos del viaje.
El Lio beach
Aunque ya te he contado sobre muchas de las actividades que disfrutamos en Filipinas, hay una que fue uno de los principales motivos por los que decidimos viajar a este destino: sus playas.
Filipinas tiene playas de todo tipo y tamaño, pero nuestras favoritas sin duda fueron las de la isla de Palawan. Son tan inmensas que parecen no tener fin, con una arena blanca y fina, y aguas de un azul turquesa increíblemente cálidas. Las playas más alejadas de los pueblos tienen un encanto especial, y muchas de ellas están prácticamente desiertas, aunque el acceso puede ser un poco complicado. Aun así, valen completamente la pena.
En este viaje, buscábamos momentos para desconectar y relajarnos, y nada mejor que tumbarnos bajo el sol o sumergirnos en las aguas cristalinas para lograrlo. Sin duda, cumplimos con creces ese deseo de descanso.