En nuestros 5 días por Lisboa, tuvimos tiempo más que suficiente para explorar los rincones más icónicos de la ciudad, aventurarnos en localidades cercanas como Sintra, y recorrer cada zona con detenimiento.
Sin embargo, hubo una serie de experiencias que nos cautivaron especialmente y que recomendaríamos encarecidamente si visitas la capital de Portugal. Desde caminar por las estrechas calles de Alfama hasta disfrutar de los impresionantes paisajes del Parque de las Naciones, cada rincón de Lisboa tiene algo mágico que ofrecer.
Plaza de Comercio
La Plaza de Comercio es, sin duda, la plaza más emblemática de Lisboa, y una vez que la recorres, entiendes perfectamente por qué. Su encanto es innegable; quizás sea el majestuoso Arco de la Rua Augusta, que la conecta con el resto de la ciudad, o los vibrantes edificios amarillos que la rodean por tres de sus lados. El cuarto lado se abre al estuario del Tajo, brindando vistas privilegiadas del río y del icónico Puente 25 de Abril.
A lo largo de la plaza, podrás encontrar a una multitud de artistas callejeros tocando música y realizando espectáculos, creando un ambiente animado y festivo. Tanto turistas como locales disfrutan de su belleza, paseando y absorbiendo la energía única de este lugar. La Plaza de Comercio es, sin duda, un punto de encuentro donde la historia y la modernidad se dan la mano.
El Castillo de San Jorge es uno de los monumentos más emblemáticos de Lisboa, un testigo silencioso de su rica historia, que ha presenciado batallas, terremotos y revueltas a lo largo de los siglos. Sin embargo, lo que realmente nos cautivó durante nuestra visita no fue solo la impresionante historia que encierran sus murallas, sino las vistas espectaculares que ofrece de la ciudad. En mi opinión, son de las mejores que podrás encontrar.
Desde sus almenas, toda Lisboa se despliega a tus pies, brindándote una panorámica asombrosa que abarca el estuario del río Tajo, la majestuosa Plaza de Comercio, la Catedral de Lisboa, y los barrios más icónicos como Chiado, Alfama, y Baixa. Es un lugar donde la historia y la belleza se entrelazan, convirtiendo tu visita en una experiencia inolvidable.
Murallas del Castillo de San Jorge
Panorámica desde Nuestra Señora do Monte
Ubicado en el barrio de Gracia, en una de las colinas más altas de la ciudad, se encuentra el Mirador de la Señora do Monte. En mi opinión, es el mejor mirador de Lisboa por dos razones principales.
Primero, las vistas son simplemente impresionantes. Desde aquí, puedes contemplar el Castillo de San Jorge, la Plaza de Comercio, y toda la zona de Baixa y Chiado, todo un espectáculo para la vista.
Segundo, disfrutar del atardecer en este lugar es una experiencia mágica. A medida que el sol se oculta, las últimas luces del día iluminan los edificios más emblemáticos de la ciudad, creando una panorámica realmente asombrosa. Cuando lo visitamos, había poca gente, lo que nos permitió disfrutar aún más de la tranquilidad y la belleza del lugar.
Eso sí, ten en cuenta que la subida hasta el mirador es bastante empinada, así que prepárate para un pequeño esfuerzo.
Si pinchas en este artículo, podrás ver los miradores que más y menos nos gustaron.
Apenas a 20 km de la capital portuguesa se encuentra Sintra, una pintoresca y llena de historia que es imprescindible visitar si viajas a Lisboa. Una de las experiencias más memorables de nuestro viaje fue conocer el famoso Palacio da Pena, admirando su arquitectura ecléctica y colorida, así como pasear por los impresionantes jardines que lo rodean. Caminar por el Parque Natural de Sintra fue una delicia, pero lo que más me cautivó, sin duda, fue explorar la Quinta da Regaleira.
Esta finca no solo alberga un impresionante palacio, sino que también está llena de rincones ocultos repletos de leyendas y símbolos masónicos. Uno de los sitios más destacados es el pozo iniciático, un foso con varios niveles que se puede descender y que te lleva a una misteriosa gruta subterránea, colmada de simbolismo. Esta experiencia única nos sorprendió y encantó, dejando una huella imborrable en nuestra visita a Sintra.
Palacio da Pena
Quinta da Regaleira
Vigilando desde la otra orilla del estuario del río Tajo, se encuentra el Santuario Nacional de Cristo Rei, un monumento emblemático de Lisboa, famoso por su imponente escultura de Cristo, que recuerda al famoso Cristo Redentor de Río de Janeiro.
Nos encantó cruzar el Puente 25 de Abril para visitar este magnífico santuario. Si te encuentras allí, no pierdas la oportunidad de dar un paseo a orillas del río hasta llegar al Jardim do Rio, un encantador parque donde los locales se reúnen por la noche para cenar sobre el césped y disfrutar de uno de los mejores atardeceres de la ciudad. Es un plan perfecto si buscas una experiencia local y tranquila.
Antes de tomar el ferry de regreso a Lisboa, asegúrate de visitar el Faro de Cacilhas, con su intenso color rojo, que marca el punto de Almada más cercano a la capital. Esta combinación de vistas, cultura y tranquilidad hace que esta excursión sea una experiencia memorable.
Cristo Rei
Cais do Ginjal
La gastronomía lisboeta es mundialmente conocida por platos como el bacalao o los pastéis de nata.
Exploramos algunos de los locales más auténticos de la ciudad para probar el bacalhau á brás, carnes y pescados hechos a la brasa y los pasteles de bacalao, acompañados con algún vino de la región.
También era imprescindible probar los famosos pasteles de nata y otros dulces como los traveseiros y las queijadas. En la sección Qué comimos en Lisboa puedes encontrar más información sobre las mejores pastelerías y restaurantes que probamos en la ciudad.
Y no podíamos irnos sin probar la ginjinha, un licor de guindas, con un sabor dulce y que en muchos lugares se toma servido en un vaso pequeño de chocolate.
Pasteles de nata, postre por excelencia de Lisboa
Monasterio de los Jerónimos
Si visitas Lisboa, es imprescindible explorar uno de los barrios más históricos de la ciudad: Belém. Nos encantó descubrir sus tres puntos más icónicos, y te recomiendo encarecidamente que los incluyas en tu itinerario:
Torre de Belém. Este Patrimonio de la Humanidad es una obra maestra de la arquitectura gótica y manuelina, adornada con numerosos símbolos náuticos. Situada en las aguas del río Tajo, la torre es un testimonio del esplendor de la Era de los Descubrimientos.
Pastelería Pastéis de Belém. Esta confitería tradicional es la única que conoce la receta original y secreta de los famosos pastéis de nata. Aunque es un punto turístico muy popular, realmente vale la pena visitarla para disfrutar de un desayuno o merienda en este histórico establecimiento de Belém.
3. Monasterio de los Jerónimos. Otro Patrimonio de la Humanidad, este monasterio cuenta con un impresionante claustro ricamente decorado que te transportará al pasado y te dejará maravillado con su belleza arquitectónica.
Antes de viajar a Lisboa, le pregunté a un amigo que había vivido varios años allí cuál era su recomendación para disfrutar de la ciudad. Su respuesta fue clara y sencilla: pasear. Recorrer las calles, subir y bajar cuestas, y descubrir vistas impresionantes y rincones mágicos es una experiencia que no te puedes perder.
Imagina encontrar, de manera inesperada, un tranvía iluminado por la luz dorada de un increíble atardecer, o topar con algunos de los restaurantes más auténticos y castizos de la ciudad. Después de nuestros cinco días en Lisboa, puedo decir sin lugar a dudas que este consejo es oro puro.
En cada esquina te espera una fachada decorada con azulejos, un arco elegante o un mirador que te dejará sin aliento. Disfrutar de esos pequeños descubrimientos fue, sin duda, una de las mejores experiencias de nuestro viaje. Lisboa es una ciudad que invita a ser explorada a pie, revelando su belleza y encanto en cada paso.
Rua Augusta
Paseando por el barrio Alto