La Laponia finlandesa es un lugar mágico que te permite disfrutar de una naturaleza virgen y embriagadora, donde desconectar completamente del día a día y conocer lugares que parecen sacados de cuentos de hadas.
Durante nuestros siete días por el Norte de Finlandia pudimos caminar entre paredes heladas, esquiar y conducir motos de nieve y conocer de primera mano la cultura sumi.
Cabaña a orillas del río helado Ounasjoki
Nuestro primer día en la Laponia finlandesa comenzó con mucho frío y un cielo encapotado por una nube blanca que la encontraríamos casi todos los días encima de nuestras cabezas.
Después de aterrizar en Rovaniemi, cogimos un coche y nos dirigimos hacia el Norte de Finlandia, en concreto a Levi. Este pequeño pueblo es conocido por su famosa pista de esquí, por la exuberante naturaleza virgen que la rodea y por varias famosas saunas que hay en lagos helados que hay cerca.
El camino en coche, de alrededor de dos horas, nos encantó. Las carreteras se encontraban en muy buen estado y los coches están bien preparados para conducir sobre nieve. Aunque lo mejor sin duda era el paisaje completamente blanco que íbamos dejando a nuestros lados.
De hecho, para disfrutar de este entorno privilegiado, hicimos parada a orillas del río Ounasjoki, que se hallaba completamente helado y pudimos caminar un poco sobre su superficie. Una gran capa de nieve nos impedía avanzar, pero la panorámica del río completamente congelado, recorriendo un valle y rodeado por árboles completamente blancos, quedó grabada en nuestra retina.
Cuando comenzó a oscurecer volvimos a ponernos en camino a Levi. Nada más llegar nos sorprendieron los grandes focos que iluminan a las pistas de esquí por la noche y el ambiente tan animado que había por todos lados.
Para aprovechar lo que quedaba de tarde nos dirigimos al centro del pueblo, bastante animado, y paseamos entre las tiendas, especializadas en deportes de invierno.
Cuando el hambre apretó, nos dirigimos a Nili-Poro, uno de los restaurantes más famosos de Levi, donde sirven auténtica comida finlandesa, y cenamos carne de reno, trucha ártica y Leipäjuusto.
Paisajes nevados del norte de Finlandia
Plato de trucha ártica en Nili-Poro
Recorrer toda la distancia que separa Rovaniemi de Levi tenía dos objetivos: poder esquiar en Finlandia y poder visitar una zona de alta latitud, donde la actividad solar es mayor y sería más sencillo ver auroras boreales.
Y esas fueron las actividades que ocuparon nuestros segundo día en Laponia.
Nos despertamos pronto para recoger el material que habíamos alquilado, muy cerca de la base de las pistas, donde poder coger los primeros telesillas.
Nos montamos en los primeros que subían a la montaña y las primeras panorámicas nos enamoraron, con multitud de árboles completamente nevados y unas vistas de las llanuras de alrededor que eran realmente impresionantes.
Día de esquí en Levi
La experiencia de esquiar en Finlandia fue increíble. Las pistas se encontraban en perfecto estado, no estaban nada concurridas y la naturaleza que nos envolvía en todo momento era inmejorable.
Las zonas más altas estaban completamente nubladas y había que guiarse por algunos focos que delimitaban el ancho de las pistas. Pero cuando salíamos de la nube, el entorno que nos rodeaba era sobrecogedor.
Estuvimos esquiando hasta que atardeció. Cuando apenas quedaba luz, nos dirigimos a unas pistas que están alumbradas por focos y donde se puede estas hasta bien entrada la noche. Allí estuvimos disfrutando del esquí nocturno hasta que no pudimos más.
Esquí nocturno en Levi
El maravilloso entorno natural donde esquiábamos
Después de dejar el equipo, cogimos una mochila con lo esencial para pasar la noche y nos dirigimos la punto de recogida de la excursión de auroras. El día anterior habían cancelado la excursión por mal tiempo y esa misma noche nos confirmaron que habría, aunque tendríamos que conducir hasta el Norte de Suecia, donde se esperaba que el cielo no estuviese nublado y pudiésemos disfrutar de este increíble fenómeno natural.
A pesar de que tardamos cerca de tres horas en llegar a un punto donde no hubiese nubes, valió completamente la pena.
En primer lugar, el cielo despejado lleno de estrellas era una postal que merecía mucho la pena. Después de un rato, unas "manchas" blancas comenzaron a aparecer en el cielo y, conforme fue pasando la noche, esas manchas fueron tomando formas y danzando, tiñéndose de colores verdes y granates. Las auroras boreales estaban conquistando todo el cielo.
Durante varias horas estuvimos expuestos a la fría noche y disfrutando de este maravilloso espectáculo.
Avistamiento de auroras al norte de Suecia
Nevando en el parque de Yllästunturi
Después de toda la noche viendo auroras, llegamos al alojamiento a las 5 de la mañana. Apenas descansamos unas cuantas horas y cogimos el coche para dirigirnos a nuestra siguiente parada: El parque de Yllästunturi.
Nos recomendaron que nos dirigiésemos al centro de visitantes, donde podríamos conseguir un mapa de los posibles recorridos que hacer. Además, allí os pueden ayudar a discernir cuales rutas hacer, en función del tiempo que haga.
Nada más llegar nos comentaron que el tiempo estaba bastante nublado y que no valía la pena hacer largas marchas hasta las cimas de las montañas cercanas, donde no se podría ver prácticamente nada debido a la niebla.
En su lugar nos recomendaron dos rutas, de apenas 3-4 km cada una, pero que nos mostrarían diferentes entornos que se pueden encontrar en el parque natural.
La primera marcha atravesaba una gran parte de bosque helado y seguía por un angosto valle, hasta llegar a la orilla de un pequeño arroyo completamente congelado. Al final de la ruta se encontraban una serie de pequeñas cabañas donde había un fuego encendido, en el cual la gente puede hacer barbacoa de manera completamente libre.
Cuando volvíamos al punto de partida, comenzó a nevar con intensidad y el camino se tiñó completamente de blanco. los árboles estaban completamente congelados y, conforme las nubes se movían, podíamos ver una espectacular panorámica de las montañas que rodeaban el valle.
Cabañas con barbacoa en Yllästunturi
Trekking en Yllästunturi
Cuando terminamos la primera ruta, el hambre había apretado y decidimos ir a almorzar. Nos habían recomendado la sopa de reno de Karilan Navettagalleria, una pequeña cafetería muy acogedora, donde poder desguatar este delicioso plato. Si visitas el parque es más que recomendable que hagas una parada para comer aquí.
Con las pilas cargadas nos pusimos en marcha para hacer la segunda ruta. Ésta era un angosto camino entre los árboles que nos llevaba a la parte más baja del valle, una extensa pradera que cruzaba un río, con las orillas llenas de nieve pero con agua en movimiento, desde la que poder ver una de las mejores fotografías que conseguimos en todo el viaje, una postal de las montañas del parque, rodeadas por la gama de grises y blancos que dan los árboles completamente nevados.
Esta segunda marcha nos encantó, especialmente porque apenas había gente en todo el parque, y pudimos disfrutar en completa soledad de la naturaleza más virgen de todo el país.
Cuando comenzó a atardecer nos dirigimos rápidamente al coche para ponernos en camino de vuelta a Rovaniemi.
Si viajas a la Laponia finlandesa, no puedes perderte los increíbles parques naturales que tiene. Su naturaleza viva y abundante te sobrecoge y te permite desconectar del bullicio y el caos de las grandes ciudades.
Uno de los parques naturales más conocidos de toda Finlandia es Riisintunturi, conocido por sus postales de árboles doblados por el peso de la nieve acumulada.
Nos levantamos bien pronto, ya que se encuentra algo lejos de Rovaniemi.
Aunque no hay un centro de visitantes a la entrada, sí que hay una pequeña cafetería para los que necesiten un café antes de comenzar la marcha.
Hielo en las ramas de los árboles en Riisintunturi
También hay varios mapas, bastante detallados, donde se especifican las dos rutas principales de este parque, ambas circulares, empezando y terminando en el mismo punto.
La más extensa, de cerca de 10 km, sólo se puede hacer en verano, cuando no hay nieve en el parque. La otra, más corta, de apenas 4 km, es la que se recomienda hacer en invierno.
Cuando comenzamos, nos sorprendió como el paisaje iba cambiando. Al inicio altos árboles con las copas completamente blancas de la nieve. Pero conforme íbamos caminando más, la vegetación se encontraba más dispersa, la capa de nieve era más alta, y los árboles estaban doblados por su peso. De algunas ramas colgaban estalactitas de hielo.
Tuvimos la mala suerte de que cuando fuimos había una densa capa de niebla en la cima que no nos permitió disfrutar de la panorámica de los alrededores que hay cuando se llega a la cima. Sin embargo, sí que pudimos hacer unas cuantas fotos de los arbustos que había alrededor, consiguiendo una postal única del paisaje helado.
Árboles totalmente congelados
Árboles doblados por el peso de la nieve en Riisintunturi
Una de las mejores cosas que hay en este recorrido es la barbacoa que se encuentra a la vuelta.
Cuando apenas queda un kilómetro para terminar el recorrido, se llegará a una pequeña llanura con varias cabañas, algunas de las cuales tienen fuegos encendidos y leña, y allí podrás cocinar salchichas u otras carnes y hacerte algún bocado caliente para recuperar fuerzas.
Aunque cuando llegamos estaba bastante concurrido, tuvimos suerte de que rápidamente varios grupos se fueron y nos quedamos prácticamente solos, resguardándonos del frío bajo la lumbre y cocinando varias salchichas de reno.
La vuelta nos encantó, porque nos encontrábamos completamente solos y podíamos disfrutar de la naturaleza, sus colores y sus sonidos, sin que nada ni nadie nos molestase. El parque de Riisintunturi es una experiencia en sí misma y nos encantó poder explorarlo.
Barbacoa en Riisintunturi
Árboles nevados del parque
Cuando comenzó a atardecer, nos volvimos a Rovaniemi. Nos habían cancelado, otro día más, la excursión nocturna para cazar auroras. El mal tiempo se había instalado en Finlandia y, contrariamente a lo que muchos piensan, no es tan sencillo ver auroras boreales si el tiempo atmosférico o la actividad solar no acompañan, lo que ocurre con más frecuencia de lo que creíamos.
Ya que estábamos instalados en Rovaniemi y había oído hablar mucho de esta pequeña ciudad, decidimos dar un paseo para conocerla. Y la verdad es que nos defraudó bastante. Los edificios nos parecieron bastante grises y apenas tiene algunas calles ambientadas, en las que se concentrar los principales hoteles y restaurantes. Lo mejor de la ciudad, sin duda, son las vistas del río Kemi a la luz del día, cuando está helado y rodeado de un extenso bosque completamente blanco.
Trineo tirado por huskys
Una de las experiencias que hay que vivir si visitas Laponia es conducir un trineo tirado por huskys. Así que el quinto día de viaje comenzó con una excursión a la famosa granja de huskys de Raitola, donde encontramos cerca de 200 perros perfectamente adiestrados.
Después de que nos explicasen brevemente cómo conducir los trineos, nos pusieron en parejas y nos asignaron un trineo.
Nada más arrancar nos sorprendió la soltura que tenían los animales para correr por la nieve y la velocidad que podían alcanzar. También nos encantó ver cómo, cuando les dábamos un descanso, se tiraban por la nieve o jugaban entre ellos.
Si bien no podíamos acariciarlos antes de la carrera en trineos, una vez acabada sí que pudimos interactuar bastante con ellos y disfrutar de su compañía.
Al final de la excursión, el guía nos explicó algunas de las costumbres de estos animales, cómo se organizan las manadas, qué comen ...
La experiencia nos dejó con emociones mixtas. Por una parte nos encantó la experiencia del trineo y el tiempo que pasamos acariciando y jugando con los perros, pero no nos gustó nada ver cómo la mayor parte del tiempo están trabajando o encerrados en jaulas donde apenas tiene espacio.
Cuando acabamos, cogemos el coche y nos dirigimos a las cascadas heladas de Korouoma. Se trata de una caminata de algo más de 6 km por un cañón poblado por numerosas cascadas, muchas de las cuales permanecen con una capa congelada gran parte del año.
Trineo de huskys
Cascadas heladas de Korouoma
Tuvimos suerte de llegar cerca del mediodía, cuando gran parte de las excursiones ya se marchan. Hicimos la caminata prácticamente solos. Hay que tener mucho cuidado con este paseo porque hay que bajar todo el cañón y luego volver a subirlo y hay grandes placas de hielo que pueden hacer que te escurras. Pero por suerte, justo al inicio de la marcha circular hay una cafetería donde puedes alquilar crampones.
Al comienzo, un espeso bosque de pinos nos rodeaba. Pero rápidamente se despejaba y teníamos una preciosa panorámica de las cascadas heladas. En la parte más baja de todo el cañón pudimos disfrutar de una capa bastante alta de nieve en todos los árboles y de enormes estalactitas de hielo colgando de todas las ramas.
El agua, al congelarse, había ido adquiriendo distintos tonos, algunos más turquesas y otros más marrones, de modo que cada cascada era diferente a la otra y cada una, una maravilla en sí misma. Esta excursión en la naturaleza fue la que más nos gustó.
Cascadas heladas de Korouoma
Acogedora cabaña al inicio de la marcha
Además, al final del paseo hay varias cabañas con barbacoas, donde poder disfrutar de unas salchichas o unos malvaviscos a la brasa y reponer fuerzas. Sin embargo, cuando nosotros llegamos comenzó a nevar y decidimos terminar toda la marcha.
Por suerte acabamos en la cafetería del inicio. Por dentro es súper acogedora y caliente y pudimos reponer fuerzas con una sopa de lentejas y una de las bebidas más típicas de la zona y que más nos gustó: zumo caliente de arándanos.
Allí nos avisaron de que, aunque el tiempo atmosférico tampoco iba a ser bueno esa noche, había ciertas zonas de Suecia donde podría clarear, de manera que las excursiones en caza de auroras boreales saldrían de Rovaniemi esa noche, con destino a Suecia.
Volvimos rápidamente, cogimos una mochila con ropa de abrigo y algo de comida para pasar la noche y nos dirigimos al punto de encuentro.
Tuvimos que conducir cerca de 4 horas, hasta cerca de la ciudad de Lulea, en Suecia, para poder conseguir una extensión clara de cielo. Al principio apenas se veía nada y la poca actividad solar que había se traducía en manchas borrosas en le firmamento. Pero cuando parecía que no íbamos a ver nada, la actividad solar explotó y comenzaron a formarse grandes bandas verdes en el cielo, que rápidamente comenzaron a destellear y danzar. Se formaban círculos y estrías y bandas danzando y a simple vista podíamos distinguir el color verde de las auroras boreales que inundaban el cielo. Sin duda fue el mejor momento de todo el viaje. Un fenómeno natural que se nos ha quedado grabado para siempre en la retina.
Avistamiento de auroras en Lulea
Avistamiento de auroras en Lulea
Habíamos conducido tan lejos para poder ver auroras, que llegamos de vuelta al piso a las 7 de la mañana.
Con apenas tiempo para tomar un café, volvimos a prepararnos para salir a una de las excursiones que más ilusión nos hacía: conducir con motos de nieve.
Esta actividad es una de las más divertidas que podéis hacer en la nieve. Eso sí, sólo podréis hacerla si tenéis carnet de conducir.
En primer lugar cogimos todo el equipo necesario para conducir las motos. Luego nos dirigimos a Santa Claus Village, cerca de donde comenzábamos la excursión. Éramos pocas personas, por lo que disfrutamos aún más del recorrido.
Motos de nieve
Poder coger velocidad encima de lagos helados y caminos completamente blancos, subir colinas y recorrer bosques enteros a toda velocidad nos encantó. Una experiencia única que recomendamos que hagáis.
Después de volver al alojamiento y descansar un poco, nos dirigimos de vuelta a Santa Claus Village, esta vez con la intención de pasear y conocerlo un poco más.
Nada más llegar se puede respirar un intenso ambiente navideño, con multitud de árboles y adornos, regalos e imágenes de renos y de Santa. Estuvimos caminando entre pequeñas cabañas donde vendían souvenirs hasta llegar a unas columnas que simbolizan el límite del círculo polar ártico.
Nuestra primera parada fue la casa de Papa Noel, un gran edificio decorado con un estilo navideño increíble y con multitud de detalles. Desde grandes pilas de regalos en su interior hasta pequeñas ventanas donde podrás ver a los elfos trabajar.
Casa de Papá Noel
Casa de Mamá Noel
Si sigues caminando a lo largo de la casa, llegarás a unas escaleras que preceden a la habitación de Santa. Si entras, encontrarás al verdadero Santa Claus sentado en una gran silla y podrás tomarte fotos, sentado en su regazo, mientras charlas con él. Una experiencia muy divertida, especialmente para los más pequeños.
Después de visitar varias tiendas de souvenirs, seguimos caminando por la aldea, parándonos para ver algunos trineos tirados por renos. Entramos en la casa de Mamá Noel, no tan conocida aquí y con una acogedora cafetería en la planta baja.
Nuestra última parada fue la Post Office. Una de las actividades que te recomendamos hacer es comprar la postal que más te guste, rellenarla con un mensaje navideño y echarla en el buzón para que llegue al lugar que más quieras las siguientes navidades.
El ambiente de Santa Claus Village es espectacular, con una esencia navideña intachable y en un ambiente natural inmejorable. Lo único que no nos gustó era la masificación que había por todos lados. Después de la tranquilidad y la soledad que había en los parques naturales y en los planes que habíamos hecho hasta entonces, ver tanta gente por todos lados nos chocó bastante.
Postales navideñas desde la Post Office
Cartas a Santa Claus desde todas las partes del mundo
Desde la aldea nos dirigimos a un trekking que se encuentra cerca: Vikakongas.
Se trata de un camino circular de alrededor de 3-4 km. Un estrecho camino entre una vegetación densa, que culmina en la zona más alta de una colina, rematada por un mirador que ofrece una panorámica inmejorable de los alrededores si el día está despejado.
Comenzamos la marcha atravesando un puente sobre el río Vaattunkijoki. Las vistas desde el puente eran espectaculares, al ver una enorme cantidad de agua fluyendo entre dos orillas completamente nevadas.
La caminata era bastante similar a otras que habíamos hecho hasta el momento, aunque el mirador encima de la colina desde donde se podía observar la naturaleza que nos rodeaba era inmejorable. Tuvimos suerte de que el día estaba despejado y podíamos ver una extensión sin fin de árboles nevados y lagos helados a nuestro alrededor.
Río Vaattunkijoki, inicio de la caminata
Torre observatorio en la cima del Vikakongas
Cuando comenzó a atardecer volvimos al piso para coger una mochila y ropa de abrigo para pasar la noche porque nos dirigíamos a nuestro último día de excursión en búsqueda de auroras boreales.
Al igual que en las otras dos ocasiones que vimos este increíble fenómeno natural, debido al mal tiempo reinante en Finlandia, tuvimos que conducir hasta el norte de Suecia para poder disfrutarlas.
Después de cerca de tres horas de conducción, llegamos a un claro donde disfrutamos de unas auroras bastante nítidas. Si bien se notaba de forma muy tenue el color verde, pudimos distinguir cómo se formaban bandas en el cielo y danzaban, cambiando de formas sobre nuestras cabezas.
Aunque fue impresionante, no superaban las que habíamos visto el día anterior. Además, tuvimos la mala suerte de que rápidamente el tiempo empeoró y con el cielo totalmente nublado, no pudimos ver más y tuvimos que volver a Rovaniemi.
Disfrutando de las auroras en Suecia
Avistamiento de auroras boreales
Después de descansar unas pocas horas, nos dirigimos otra vez a Raitola, para conocer esta vez una granja de renos.
Estos grandes animales que viven en semilibertad (la mitad del año viven en la granja y la otra mitad está libres en la naturaleza) fueron nuestros compañeros toda la mañana. Nos recomendaron no acariciarlos porque no les suele gustar. De hecho si te acercabas mucho, se ponían algo agresivos o te miraban desafiantes.
Aún así nos encantó poder pasar tiempo con ellos, pasear en un trineo tirado por ellos y disfrutar de su presencia. Unos grandes y elegantes animales, símbolo de la naturaleza de toda Laponia.
La actividad terminó con un zumo caliente de arándonos alrededor de una lumbre, en una cabaña, mientras nos contaban algunas anécdotas y curiosidades de la cría y cuidado de estos maravilloso animales.
Trineo tirado por renos
Alces en el zoo de Ranua
Cuando terminamos nos dirigimos al zoo de Ranua, un zoo que se encuentra a una hora de Rovaniemi y que es el lugar ideal para conocer la fauna ártica en un entorno completamente natural. Un plan muy recomendable si visitas Rovaniemi, especialmente para los más pequeños.
Los animales están en grandes espacios, integrados dentro del bosque donde se encuentra el zoo. Si visitas el zoo a determinadas horas, hacen algunas actividades con ellos. Por ejemplo, nosotros fuimos por la tarde y daban de comer a los renos mientras explicaban algunas curiosidades sobre ellos.
Sin duda el zoo fue nuestro plan favorito del día, pudiendo conocer algunas especies alucinantes, como los alces, el zorro ártico o el oso polar. También vimos linces y lobos y multitud de aves de la zona. Una experiencia muy recomendable.
Santa Claus Village de noche
Salmón a la brasa en Santa's Salmon Place
Cuando comenzó a atardecer dejamos el zoo y nos dirigimos de vuelta al Santa Claus Village, porque queríamos conocerlo de noche, algo que recomendamos hacer porque podréis disfrutar de las cálidas luces navideñas y tomaros fotos con el muñeco de nieve gigante completamente a solas.
Por la noche apenas hay gente y se puede pasear tranquilamente, disfrutando del ambiente navideño y las luces por todos lados y consiguiendo postales únicas de todos los rincones de la aldea.
Para terminar, fuimos a cenar a Santa's Salmon Place, el restaurante más famoso de todo Rovaniemi, donde poder probar el mejor salmón a la brasa de toda la zona. Si bien su carta es bastante limitada, ya que sólo tienen salmón, estaba riquísimo y merece mucho la pena probarlo. Además el entorno es increíble, porque el restaurante replica a una tradicional cabaña Sumi. Después de la cena volvimos al aeropuerto para dirigirnos a Helsinki y poner punto y final a nuestra increíble experiencia por Laponia.