Pensar en nuestros 14 días por Filipinas es recordad el buceo entre tortugas, el surf en Cloud 9, atravesar los cocoteros con la moto o explorar cuevas. Fueron dos semanas llenas de actividades, pero también de momentos para desconectar y descansar.
Espero que nuestro planning te inspire y ayude a coger ideas. Yo, al menos, he disfrutado recordando los buenos momentos.
Disfrutando de Duli Beach
Después de un vuelo que duró más de un día y en el que pasamos por Shangai y Manila, finalmente llegamos bastante temprano a El Nido, un pintoresco pueblo al Norte de Palawan.
Nota: Hay varios vuelos directos a el aeropuerto de El Nido de la compañía AirSwift, desde ciudades como Manila o Panglao. Te permite aprovechar más el tiempo y es más cómodo que ir a Puerto Princesa y coger allí una Van.
A pesar del jet lag, o realmente como no lo teníamos, preguntamos y nos recomendaron un sitio local de alquiler de moto en el que regateando las conseguimos a buen precio. Y nos recorrimos el norte de la isla.
Las carreteras están bastante bien y apenas había tráfico, así que nos sentimos bastante seguros.
Nuestra primera parada fue Nacpan Beach. La imagen de llegar a esa primera playa la tengo guardada en la mente.
Se extendía casi un kilómetro a lo lejos, con una arena fina y blanca y un agua cristalina. Nos dimos un chapuzón y estuvimos bastante rato disfrutando de la tranquilidad, el sol y descansando después del día antero de viaje.
Después de unas horas, volvimos a coger la moto para dirigirnos a Duli Beach, sin duda una de las mejores playas que vimos en toda Filipinas. Hay que reconocer que el camino en moto era algo complicado, con tramos de tierra y roca, aunque no tuvimos ningún problema en llegar. Y lo dice una persona que era la segunda vez que cogía una moto.
Las únicas personas en toda la playa eran unos locales jugando al billar. Así que aprovechamos para recorrerla completamente solos, tostarnos al sol y meternos en el agua de vez en cuando.
Se nos estaba haciendo tarde, así que volvimos a El Nido para comer. Como queríamos explorar lo máximo posible, cogimos las motos y fuimos a la playa Las Cabañas. Nos habíamos llevado las gafas de esnórquel y aprovechamos para ver unos cuantos erizos de mar y medusas que había cerca de la orilla.
Nota: Si tienes gafas de esnórquel, no dudes en traértelas al viaje. Habrá muchos puntos que podrás disfrutar por tu cuenta si las llevas y descubrir lugares alucinantes
Nos quedamos hasta que vimos un atardecer precioso y cuando se hizo de noche volvimos al pueblo. La carretera estaba llena de tuk tuks y tricycle y el tráfico se convirtió en lo que esperábamos y habíamos visto en otras veces en Asia.
Después de desayunar algo, nos pusimos rumbo a comenzar las prácticas del PADI Open Water.
Nota: Las cafeterías son bastante caras y están muy occidentalizadas, en comparación con panaderías más locales donde puedes conseguir bollitos por apenas 5-10 pesos.
El centro de buceo que habíamos elegido era: Aquanut Dive Center, por dos motivos: Buenas valoraciones y profesores en español. Sin embargo, nada más llegar nos dijeron que la profesora estaba mala y que tendríamos que dar el curso en inglés. A pesar de los nervios iniciales, se entendía todo a la perfección y no tuvimos ningún problema en sacar la certificación y disfrutar al máximo de la experiencia.
En la primera parte de la mañana hicimos prácticas para acostumbrarnos al equipo de buceo, cómo descompensar para evitar el pitido de oídos o que hacer si perdemos el regulador de aire, entre otras cosas.
Equipos de buceo antes de la última inmersión del día
Cuando nos vieron más sueltos, hicimos dos inmersiones en aguas abiertas. Los puntos que eligió el profesor eran impresionantes y llegamos a ver pulpos, mantarrayas, anémonas repletas de peces payasos ...
En el barco comimos y descansamos para hacer una segunda inmersión en aguas abiertas. No sólo llegamos a bajar hasta los 15 metros, sino que buceamos entre peces de un intenso color amarillo y pasamos por delante de varias mantarrayas mientras bordeábamos una pared de coral.
Cuando volvimos al pueblo ya era relativamente tarde y, como atardece pronto, volvimos a alquilar motos y nos dirigimos a El Lio Beach, una de nuestras playas favoritas de toda Filipinas. Está custodiada por varios resorts, aunque el acceso es libre y gratuito. Con una extensión cuyo fin no se ve, aguas turquesas y una arena finísima, es ideal para descansar y desconectar. En los árboles encontrarás hamacas y columpios y si avanzas un poco, hay un largo muelle desde el que ver los aviones despegar, pescar o tomar impresionantes fotos del atardecer.
Cuando se hizo de noche, nos dirigimos al night market que habíamos visto a las afueras del pueblo, aunque nos decepcionó bastante, ya que apenas había puestos de comida y sobre todo eran locales con souvenirs y ropa para turistas. Así que volvimos a El Nido, dejamos las motos y aprovechamos el ambiente que había para tomar unas Red Horse en un bar a la orilla del mar.
Pez payaso en una anémona
Tortuga entre banco de peces
Manta raya
Cala donde hicimos buceo en El Nido
Después de madrugar y tomarnos un café, nos dirigimos a comenzar el segundo y último día de curso de buceo.
Este día fue mucho más intenso y, entre otras cosas, aprendimos a usar el reloj de navegación, a cómo actuar en caso de que la botella se quede sin oxígeno, cómo ajustarnos el chaleco una vez estemos bajo el agua o cómo realizar las salidas de emergencia.
Las siguientes inmersiones, ya en mar abierto, fueron increíbles.
Conseguimos no sólo ver Manta rayas y pulpos gigantes, sino que llegamos a nadar entre varias tortugas. Fue una de las mejores experiencias del viaje sin lugar a dudas.
El buceo duró hasta la mitad de la tarde, así que cuando volvimos decidimos explorar una playa a la que pudiésemos llegar andando. Fuimos a Calaan, apenas a unos 15-20 mins andando.
La verdad es que la playa fue bastante decepcionante. Sucia, con muchas rocas y pequeñas casas en primera línea de playa, lo que dificulta el acceso y prácticamente te deja sin zona donde tumbarte a tomar el sol. No la recomendamos nada, sobre todo cuando hay otras mucho mejores como el Lio Beach o Nacpban.
Así que decidimos volver a la playa del Nido, donde nos dimos un baño y nos tumbamos a ver el atardecer.
Ese día cenamos en uno de los locales que más nos gustó del viaje: Mia’s Bistro. Sitio 100% local, muy barato y muy rico, con comida típica filipina y unas raciones enormes.
El Nido ofrecía multitud de excursiones de Island Hopping y podría estar una semana entera en la isla sin repetir itinerario. Locales y turistas no recomendaron hacer las excursiones o A ó C y el crucero a Coron, pero por tiempo acabamos eligiendo el itinerario C.
Nota: A veces el buen tiempo no nos acompañó en la excursiones y de vez en cuando entra agua por las olas. Por eso es recomendable tener o comprar una bolsa estanca donde guarda tus pertenencias (especialmente el móvil) para que no se mojen.
Nuestra primera parada fue Helicopter Island, una isla pintoresca con una playa rodeada de cocoteros y una zona de coral preciosa llena de bancos de peces, donde merece la pena hacer esnórquel. Allí vimos peces león y mariposa y unas preciosas medusas de color rosado. Aunque ten cuidado porque si te cruzas con alguna y no la vez te pueden acabar picando, como me pasó a mí.
Nota: En general las excursiones no incluyen las gafas de esnórquel, así que si tienes, te recomiendo que las lleves siempre encima para disfrutar al máximo de la experiencia.
Bangka en el island Hopping
Nuestra segunda parada fue Cadlao Lagoon, una pequeña laguna salpicada de grandes rocas y recodos de aguas turquesas. Allí puedes alquilar kayak por unos 200 pesos y dar una vuelta explorando todos los rincones.
Luego nos dirigimos a una cala en Matinloc Island donde nos esperaba un descanso para comer. Durante el trayecto tuvimos la suerte de ver peces voladores que saltaban al lado del barco. Una experiencia increíble.
Después de la comida y un breve descanso fuimos a la cuarta parada de la excursión: Secret Beach. Se trata de una pequeña cala custodiada por altas rocas, y con un único acceso que es un pequeño camino entre las mismas y que hay que hacer nadando y rodeado de multitud de peces. E incluso vimos un caballito de mar. Aunque el interior de la playa estaba lleno de gente, el camino que había que seguir para entrar era mágico y lo disfrutamos mucho.
Cuando el tiempo empeoró, nos montamos en el barco para dirigirnos a la última parada, Hidden Beach, una playa al este de la isla de Matinloc Island, con aguas turquesas y multitud de anémonas, peces payaso y corales. Nada más llegar comenzó a diluviar y en vez de escondernos en el barco, decidimos tirarnos al mar y hacer esnórquel. Total, ya estábamos mojados. Y fue sin duda el mejor momento del día.
Finalmente volvimos a Palawan y nos quedamos tumbados en la playa de El Nido viendo cómo atardecía.
Atardecer en Doljo Beach
Como buen runner no podía irme de Filipinas sin hacer una carrerita, así que ese día madrugué para salir a correr.
Lo pasé bastante mal porque desde las 7 de la mañana el sol pega bastante fuerte, pero al menos conseguí mi objetivo, aunque hizo tanto calor y humedad que no volví a repetir la experiencia.
Nota: Las conexiones entre islas pueden ser complicadas y muchas veces hay que coger furgonetas, vuelos y barcos en el mismo viaje, así que ten en cuenta que si quieres conocer viarias islas, tendrás que dedicar mañanas o tardes enteras en viajar.
El día fue fundamentalmente viajar para llegar hasta Panglao. Primero el tuk tuk desde el Nido hasta su aeropuerto, para luego coger el vuelo que nos dejaba directamente en el Aeropuerto Internacional de Panglao. De allí tuvimos que coger una Van por 300 pesos que nos dejó en nuestro hotel.
Después de comer decidimos dar un paseo por Alona beach y la verdad es que nos decepcionó un poco. Muchas zonas estaban masificadas y la playa de Alona, aunque tiene su encanto, no se podía comparar con las que habíamos visto en Palawan, así que decidimos negociar el alquiler de motos durante los días que íbamos a estar en Panglao, y las cogimos para alejarnos del pueblo. El resto de la tarde la pasamos en Doljo Beach, una pequeña playa al noroeste de Panglao, con varios barcos y unos atardecer preciosos. No es la mejor playa de Filipinas, pero sin duda es nuestra segunda favorita de Panglao.
Cuando anocheció volvimos a Alona beach, mucho más ambientado y con varias terrazas con encanto. Muy recomendables para sentarte a tomar algo y echar unas cartas.
Uno de los puntos más icónicos de todo Filipinas para hacer buceo es el Santuario Marino de Balicasag. Y nos nos podíamos ir sin visitarlo.
Nota: Sólo se pueden hacer 300 (2 por persona) inmersiones al día con el fin de preservar la vida marina, así que si estás interesado, te recomiendo que reserves con tiempo la inmersión. Nosotros la hicimos con Sierra Madre Divers, escuela que sin duda recomendamos.
Se trata de una isla rodeada por una pared marina y coronada por arrecifes de coral, en la que habitan multitud de peces de todos los colores. Pero lo más llamativo son sin dudas las comunidades de tortugas que encontrarás alrededor de la isla y al lado de las cuales podrás bucear.
Las dos inmersiones que hicimos fueron increíbles. Desde el primer momento vimos tortugas y conforme bajamos por la pared marina nos rodeaban inmensos bancos de peces. Algunas buceadoras que bajaron más que nosotros, llegaron a ver un tiburón.
Nada más llegar a Alona fuimos a una carendería que recomendamos encarecidamente: Naty and Henry: Multitud de platos donde elegir y a un precio extremadamente barato. El mejor lugar donde comer en Panglao.
Buceando con tortugas, la mejor experiencia del viaje
Banco de peces en Balicasag
Como las dos inmersiones duraban toda la mañana, quisimos comer pronto y aprovechar la tarde. Así que después de comer cogimos las motos y nos dirigimos a Dumaluan Beach. Una extensa playa a los pies de varios resorts.
Es sin duda nuestra playa favorita de todo Panglao, con una larga orilla de arena blanca, cuyo fin no se ve, aguas tranquilas y cristalinas y con multitud de palmeras. Completamente limpia y tranquila, un remanso de paz y tranquilidad. Estuvimos toda la tarde paseando por la playa, nadando por la orilla y tomando el sol.
Cuando se hizo de noche volvimos hacia el pueblo y nos encontramos con una procesión saliendo de una iglesia. Nos quedamos por la playa de Alona tomando algo y acabamos cenando en Moonlit, un restaurante coreanos riquísimo pero algo caro. Si quieres probar algo diferente, recomiendo que lo pruebes.
Uno de los planes que más me gustó hacer en el viaje fueron los roadtrips por las islas, explorando los puntos más alejados y dejándonos sorprender.
En este caso, queríamos acercarnos a la isla de Bohol, conectada a Panglao por dos puentes, y recorrer los puntos más emblemáticos.
Así que madrugamos, cogimos la moto y nos dirigimos a Bohol. Nuestra primera para fue el Santuario de Tarseros de Corella. Los tarseros son pequeños primates nocturnos que se encuentran en peligro de extinción. Nada más llegar nos asignaron un guía y, en completo silencio, atravesamos una pequeña zona forestal en cuyas ramas podíamos ver a los pequeños primates, la gran mayoría durmiendo.
Nuestra segunda parada en el camino eran las Chocolate hills. Pero un pequeño contratiempo nos retrasó. Y es que la válvula de inflado de mi moto se rompió y se desinfló completamente mi rueda. Por suerte conseguimos llegar a una tienda donde por apenas 200 pesos conseguimos que nos cambiasen la rueda y volviese a funcionar perfectamente.
Nota: Si bien no te van a alquilar motos que no funcionen, muchas de las motos tienen muchos kilómetros encima, así que se prudente, conduce con cuidado y revisa la moto en el lugar de alquiler antes de llevártela.
Seguimos hacia nuestro destino y hay que admitir que la carretera era espectacular, rodeada de colinas, cocoteros y arrozales. Dejamos la moto a la entrada del mirador y tenemos que esperar a que nos recoja un shuttle. Pero la espera vale la pena porque arriba tenemos una visión increíble de las chocolate hills y de toda la zona forestal de los alrededores. Unas vistas impresionantes.
Tarseros
Chocolate hills
Atardecer en Danao Beach
Después de toda la mañana conduciendo la moto, queríamos tener un rato de descanso, así que hicimos parada en Pangas Falls. Si bien las cascadas no son muy altas, el entorno en el que se encuentran está lleno de espesa vegetación y tienen multitud de puntos desde los que puedes saltar al agua. Merece mucho la pena entrar en este oasis y relajarse y descansar.
Cogimos las motos para dirigirnos al último punto que queríamos visitar en Bohol: El río Loboc. Y tuvimos la suerte de sorprendernos una vez más por la magia de las islas. De camino al río pasamos por varios puntos impresionantes de la carretera, pero hubo uno que nos deleitó: El Man Made Forest. Un tramo de carretera de casi 2 km formado por enormes árboles plantados por filipinos después de la Segunda Guerra Mundial y que ofrecían un paraje inesperado y encantador.
Una vez en el río Loboc hicimos el crucero que lo atraviesa. Una actividad pensada para turistas pero que disfrutamos muchísimo. Primero porque te deja imágenes preciosa del río y de toda la vegetación que lo rodea. Segundo porque sirven un buffet de comida típica filipina que está bastante rico. Y tercero porque nos permitió descansar un rato, después de toda la intensidad de día que llevábamos encima.
Finalmente decidimos coger la moto y volver a Panglao, pasando directamente por el centro de Tagbilarán, una plaza preciosa pero con un tráfico bastante intenso. En vez de volver a Alona Beach, seguimos la carretera hacia delante para ver el atardecer en Danao Beach. La orilla está llena de barcos y es complicado bañarse y no es extremadamente bonita, pero tiene sin lugar a dudas el mejor atardecer que vi en todo el viaje. Mereció la pena el viaje hasta esa playa.
Después de los cerca de 250 km que hicimos en moto y de todas las actividades que hicimos, puedo asegurar que fue el día más intenso de todo el viaje.
No nos podíamos ir de Panglao sin explorar las islas de los alrededores, así que contratamos un Island Hopping.
Empezaba bastante temprano para poder hacer la primera parada en mar abierto y avistar delfines. Después de un largo rato esperando, salieron del mar dando unos grandes saltos que nos dejaron a todos con la boca abierta. La verdad es que me hizo mucha ilusión verlos. Lo que no me gustó fue ver cómo todos los barcos, una vez salieron los delfines a la superficie, comenzaban a perseguirlos por el mar para que la gente consiguiese la mejor foto posible.
Por suerte nuestro guía rápidamente se alejó del grupo y se dirigió hacia Balicasag, que era el segundo destino de nuestra excursión.
Aunque ya había visitado el fondo marino de la isla, con el island hopping recorreríamos parte de sus playas y haríamos esnórquel en otra zona.
Island hopping
Una vez que llegamos a la isla nos dividieron en grupos de tres y nos llevaban en pequeños bangka hacia mar abierto, donde podíamos hacer esnórquel. Vimos una tortuga y luego nadamos por un arrecife de coral lleno de bancos de peces.
Nota: Recorrer y conocer Balicasag a través del buceo es infinitamente mejor que hacerlo a través del esnórquel y el island hopping, así que si tienes licencia, no dudes en reservar un día para hacer inmersiones y disfrutar del Santuario Marino en todo su esplendor.
Finalmente volvemos al barco para dirigirnos a la tercera y última parada: Virgin Island. Una isla con una larguísima lengua de arena y rodeada por algas, erizos y estrellas de mar que le dan un aspecto mágico. Una parada bastante fotogénica donde nos dimos un chapuzón.
Al volver a Alona, comimos en nuestra carendería de confianza: Naty and Henry y al terminar nos dirigimos a Napicalan reef, un arrecife donde poder hacer esnórquel con sardinas. Habíamos escuchado comentarios contradictorios sobre el sitio, así que decidimos acercarnos. Sin embargo nos intentaban cobrar bastante por acceder, había bastante gente y no nos aseguraban que fuésemos a ver los bancos de sardinas, así que decidimos pasar la tarde en una playa cercana: San Pedro beach. Y sinceramente, fue toda una decepción. Una playa pequeña y sucia, llena de barcos y donde no te podías bañar de toda la basura y rocas que había. No perdáis el tiempo en visitarla. Nada más verla decidimos volver a Dumaluan beach, que es impresionante y paradisíaca y allí pasamos el resto de la tarde descansando y tomando el sol.
A la vuelta decidimos pararnos a cenar en una de las barbacoas que hay en los locales de carretera y fue todo un acierto. Son locales donde tú eliges qué pinchos quieres y te los hacen a la brasa. La mejor manera de despedirnos de Panglao.
Cocounout Tree viewpoint
Este fue otro día dedicado a movernos entre islas. Habíamos reservado en el hotel un taxi que nos llevaría hasta el puerto de Tagbilarán. Allí cogimos un ferry que nos llevó a Cebú.
Nota: Es recomendable sacar con tiempo los pasajes en barco o los vuelos internos porque se agotan bastante rápido.
Nota: Nos sorprendió la multitud de tasas que hay que pagar en todos lados. Sin ir más lejos, en el puerto, a pesar de que teníamos el billete, tuvimos que pagar una tasa por entrar en el puerto y otra por tener equipaje factura (Aunque ya habíamos pagado por él).
Como sabíamos que íbamos a tener que invertir un día entero en llegar de Panglao a Cebú, cogimos una escala larga en la ciudad para aprovechar y visitar parte de su casco histórico.
Entre los principales puntos de interés turístico, nosotros visitamos el Fuerte San Pedro, dando un paseo y disfrutando de sus murallas. Luego nos dirigimos a la Cruz de Magallanes, punto icónico en todo Filipinas, y que fue la cruz colocada por los cristianos cuando los españoles llegaron a Cebú. Justo al lado se encontraba la Basílica del Santo Niño, imagen venerada en todo el país y que trajeron en la primera expedición Magallanes y sus hombre. A lo largo de la Basílica hay multitud de figuras y objetos que muestra la historia y evolución del cristianismo en la isla.
Y apenas a 5 minutos andando se encuentra la Catedral de Cebú, con una impresionante fachada que merece la pena visitar.
En apenas dos horas recorrimos los principales puntos históricos y culturales de Cebú. La verdad es que nos gustó mucho poder hacer unas visitas más culturales, después de todas las actividades que habíamos hecho hasta entonces. Pero personalmente creo que no vale la pena dedicar mucho más tiempo a recorrer la ciudad.
Una vez visto lo que queríamos, cogimos un grab para ir al aeropuerto de Cebú y allí cogimos el vuelo para Siargao.
Nota: Grab sólo opera en Manila y Cebú, pero vale bastante la pena usarlo. Es el "Uber en Asia" y te permite cerrar viajes con un precio prefijado, evitando así cualquier estafa por parte de los taxistas.
Atardecer en Doot beach
Cenando en una carendería
Nada más llegar al aeropuerto de Siargao alquilamos unas motos y nos dirigimos al pueblo de General Luna, donde teníamos el hotel. Y aquí disfrutamos de otra de las mejores experiencias que vivimos en el viaje: Conducir la moto por Siargao. Las carreteras se encuentran en muy buen estado, no suele haber tráfico y lo mejor de todo es el entorno. Paredes de palmeras y cocoteros desfilan por toda la carretera, así como tramos cerca de la playa donde tienes unas vistas increíbles del mar.
Nota: En el aeropuerto de Siargao se pueden alquilar las motos en un puesto justo a la salida. Se puede negociar el precio, sobre todo si las alquilas para todos los días. Y vale la pena porque evitas tener que para la Van que te lleve a los distintos puntos de la isla y que suelen tener precios fijados.
Como queríamos aprovechar los últimos rayos de sol, dejamos las mochilas en el hotel y fuimos a Doot beach, una pequeña playa que se encuentra justo en la desembocadura de un río, con unas vistas preciosas de los manglares y un ambiente muy relajado.
Para terminar salimos por General Luna y acabamos cantando en un karaoke y cenando en Dadang & William Eatery, una de nuestras carenderías de confianza en Siargao.
Uno de nuestros planes favoritos en cada isla era hacer un roadtrip para explorarla y conocer los rincones más sorprendentes.
Y en Siargao no podía ser de otra manera. Así que este día nos despertamos pronto para aprovechar y nos dirigimos a nuestra primera parada: Coconout tree viewpoint, un mirador con unas vistas impresionantes de los cocoteros que tanto abundan en las isla. Un mar verde muy fotogénico. Hay un grupo de locales que te hacen fotos y vídeos muy divertidos y que vale mucho la pena pedir. Es recomendable ir pronto, antes de las nueve, antes de que las excursiones comiencen a llegar y colapsen la zona.
Nota: En Siargao los datos nos daban bastante problema, incluso con distintas sims de distintas compañías, así que es más que recomendable descargar los mapas de las islas para no perderte.
Nuestra segunda parada fue Tayangban Cave Pool, una cueva cuyo acceso se encuentraen la carretera. Fue la mejor experiencia del Landtrip sin duda. Nos recomendaron ponernos ropas de baño y dejar móviles y cámaras en la entrada. Después de bajar unas escaleras, nos pusimos los cascos y los frontales y comenzamos la espeleología en estado puro, sumergiéndonos hasta el cuello en el agua y atravesando en completa oscuridad la cueva, hasta acabar en una enorme piscina natural con varias tirolinas y trampolines desde los que lanzarte.
Después de un rato en la cueva, salimos y volvimos a coger las motos para llegar a nuestra tercera parada: Magpopongko Rock Pools. Pero volví a tener un problema con la moto. En mitad de la isla se desinfló la rueda, pero tuvimos suerte de que un señor que vivía en medio de la carretera sacó las herramientas de su casa y consiguió ponerle un parche. El problema esta vez: Se había clavado un clavo.
Con la moto otra vez funcional, llegamos a Magpopongko, unas piscinas naturales que sólo se pueden visitar cuando la marea está baja. Con aguas cristalinas y multitud de pececillos y algas que hay entre las rocas, la verdad es que tiene mucho encanto. A parte conseguimos descansar un rato y refrescarnos.
Magpopongko Rock Pools
Boardwalk Cloud 9
Alegria Beach
Cuando el hambre empezaba a apretar, volvimos a coger las motos y nos dirigimos a la playa de Pacífico, famosa por sus olas y sus escuelas de surf, pero la marea baja hacía que la playa estuviese llena de rocas y decidimos seguir hasta la playa de Alegría, en la que te puedes bañar aunque la marea esté baja. Allí aprovechamos para comer y descansar un rato mientras nos dábamos un baño.
Como estábamos en el Norte de la isla, queríamos aprovechar la tarde y terminar de recorrer esa zona. Sin embargo, los puntos que teníamos marcados nos decepcionaron un poco. Primero las Tak Tak falls estaban cerradas, así que seguimos hasta la segunda parada, que era Madga Spring Pool. Se trata de un riachuelo con varias piscinas de agua natural. Estábamos completamente solos y en algunas zonas había tirolinas para lanzarse o escalar por las cascadas. Aunque las disfrutamos, no eran nada impresionantes y personalmente no invertiría tiempo en visitarlas. Y finalmente fuimos a la secret waterfall, una cascada que se accedía andando por un camino que llega hasta la carretera. Dimos un paseo alrededor de la cascada y nos volvimos hacia General Luna.
Aprovechamos que estaba atardeciendo para pasarnos por Cloud 9 y recorrer el Boardwalk de madera que se adentra en el mar y te deja unas vistas impresionantes del atardecer y de los surferos.
Y como todavía nos quedaban algo de fuerzas, después de cenar nos pasamos por el Lobo, un sitio bastante ambientado de noche con cócteles a buen precio y música internacional para bailar. Siempre que fuimos había bastnate gente y muy buen ambiente, con gente tanto local como internacional.
Island hopping
Uno de los planes por excelencia en todas las islas es hacer un island hopping. Así que no nos podíamos aguantar las ganas de explorar las islas que rodean Siargao.
Cogimos la excursión que paraba en los siguientes puntos y que incluye como comida un boodle fight:
Naked Island
Esnórquel entre corales
Daco Island
Guyam Island
La verdad es que fue mi island hopping favorito de todo el viaje y ahora os cuento por qué.
La primera parada fue Naked Island. Y como su nombre indica, es una lengua de tierra sin absolutamente nada. No hay árboles, solo arena y algunas conchas. Y sin embargo esto hace que tenga un encanto especial. Rodeada por aguas cristalinas en las que darse un baño, también vale la pena pasearla varias veces y tomar fotos en spots impersionantes.
La siguiente parada fue en mar abierto. Paramos cerca de un arrecife de coral para hacer esnórquel y nadar entre bancos de peces y gran variedad de vida marina. Aunque no nos pareció tan impresionante como las inmersiones que ya habíamos hecho, la verdad es que merece mucho la pena hacer la parada y disfrutar del entorno.
La tercera parada fue la isla de Daco, mucho más grande que el resto de isla que vimos, con una playa enorme de arena blanca y con multitud de cabañas entre cocoteros que estaban acondicionadas para comer y descansar allí. Después de un baño servían la comida, que era un boodle fight. Se trata de una gran bandeja de comida, compuesta por arroz, carne, pescado y frutas principalmente, que se comparte entre todos los comensales. Una experiencia que sí o sí hay que vivir si vienes a Siargao. Comimos tanto que tuvimos que tumbarnos un rato a la sombra de las palmeras para descansar y recuperarnos.
Isla de Daco
Descansando en la isla de Guyam
Finalmente nos montamos en el barco y, de camino a la última isla, hicimos una parada cerca de un banco de arena, rodeados de aguas turquesas y de bastantes estrellas de mar. Después de nadar un rato ya nos dirigimos finalmente a la isla de Guyam, un pequeño oasis tropical y paradisíaco lleno de hamacas, columpios y hasta un pequeña cancha de baloncesto. Es una isla pequeña con unas playas que no son una locura, pero las vistas son impresionantes y el interior de la isla es increíble. Pasamos el resto de la tarde ahí descansando y haciendo fotos.
Cuando se va haciendo tarde, volvemos al puerto de General Luna.
Hicimos varios amigos en la excursión y decidimos ir todos a ver el atardecer a Catangnan-Cabitoonan Bridge. Se trata de un puente al final de la carretera de General Luna que por las tardes se llena tanto de locales como de turistas. Mucha gente hace skate en la carretera y hay multitud de puestos donde puedes conseguir algo para picotear o unas cervezas para beber. Un ambiente muy guay mientras veíamos el atardecer.
Y para concluir el día cenamos en nuestra carendería de confianza de Siargao: Kurvada. Muy recomendable y uno de los sitios para comer más concurridos de toda la isla.
No puedes irte de Siargao sin hacer surf. Eso es un hecho.
Así que decidimos madrugar y aprovechar el día cogiendo olas en uno de los puntos más icónicos para surfear en Siargao: Cloud 9.
Bien temprano cogimos una hora de instructor y nos metimos al agua. Después de varios intentos fallidos y continuos consejos que nos dieron, conseguimos ponernos en pie en la tabla e incluso hacer algún giro en la ola. Cuando se fueron los instructores estuvimos un rato intentando coger olas hasta que la marea bajó tanto que era peligroso estar cerca de la orilla por la cantidad de rocas que había.
Nota: A menos de que seas experto, es muy recomendable coger instructor. Primero porque te ayudarán a coger olas y disfrutarás más de la experiencia. Y segundo, porque suele haber bastante gente intentando surfear y los profesores conseguirán abrirse un hueco entre toda la multitud y que tengas tu espacio para disfrutar de la experiencia.
Durante el descanso compramos algo de fruta y nos tumbamos en Malinao Beach a descansar un rato. Fuimos a comer a Kurvada, nuestra carendería favorita de Siargao y volvimos a Cloud 9. Allí descansamos un rato hasta que vimos que la marea subía y volvimos a pillar profesor durante una hora más.
Escuelas de surf en Cloud 9
Durante las primeras horas de la tarde había bastante menos gente y la marea estaba subiendo. Fue sin duda el rato que más disfrutamos. Cuando ya se fueron quedaba poco para el atardecer, así que nos quedamos un rato en la tabla y nos salimos a ver el atardecer desde la orilla de Cloud 9.
Por la noche hay ambiente en multitud de sitios: El Sitio, Sibol ... y en muchos de ellos hay música en vivo. Una experiencia bastante guay que no debes perderte.
En el centro de General Luna hay un puesto donde hacen bollitos de coco caseros. Y están brutales. Fueron nuestro desayuno favorito durante los días en Siargao.
En nuestro último día por la isla, habíamos decidido ir hasta el pueblo Del Carmen, en el que habíamos leído que podíamos coger barcas y podíamos customizar una excursión por las islas de alrededor.
Así que cogimos las motos y nos dirigimos hacia allí.
Una vez en el Puerto Del Carmen, había que hacer cola, tomar un ticket y pagar en función de la excursión que querías hacer. Daban 4 combinaciones posibles y nosotros elegimos la que pasaba por Sugba Lagoon y por Kawhagan Island.
Conocimos gente que había cogido la excursión con más paradas y nos comentaban que no valían la pena porque al final visitabas otras playas dentro de la misma isla que no te aportaban nada distinto.
Nota: Los precios de las excursiones están prefijados, así que no podrás negociar. Las barcas hacen mucho ruido y sólo pueden ir hasta un máximo de seis personas. Dan servicio a partir de las 8 de la mañana y hay barcas continuamente, así que no hay que preocuparse por llegar tarde y quedarte sin excursión.
Trampolín en Sugba Lagoon
El paseo hasta Kawhagan Island fue lo mejor del día. Atravesamos pequeños canales entre los manglares. la vegetación era abundante y estábamos completamente solos. Fue increíble.
Después de estar un rato navegando, llegamos a la primera parada de la excursión: Kawhagan Island. Una pequeña isla rematada en una larguísima lengua de arena blanca. El agua estaba cristalina y te invitaba a darte un baño. El interior de la isla estaba muy bien cuidad, aunque para usar las mesas que hay por todos lados había que pagar. Aunque nos empezó a llover bastante, eso no impidió que nos diésemos un baño y que explorásemos la naturaleza que había alrededor.
Nuestra segunda parada de la excursión fue Sugba Lagoon, una impresionante laguna que sólo se puede visitar con la marea alta y que está rodeada de pequeñas montañas y muchísima vegetación. Aunque puedes alquilar un kayak, como estaba lloviendo bastante nosotros preferimos tirarnos varias veces de un trampolín que hay y también hacernos unas cuantas fotos. Con la lluvia la gente se había resguardado en un techado y teníamos la laguna prácticamente sola para nosotros.
Bangka anclados a la playa
Kawhagan Island
Cuando empezó a bajar la marea volvimos a coger el barco para ir ya de vuelta a Del Carmen. Sin embargo estuvo tan baja la marea que encallamos y tardamos bastante rato de salir entre las rocas. La vuelta por el manglar volvió a ser impresionante. Además estaba lloviendo y eso hacía que fuera aún más bonito.
Cogimos las motos y volvimos a General Luna, donde comimos en otra de las carenderías que más nos gustó: Derecho. Aprovechamos la tarde para comprar algunos souvenirs. Volvimos a ir al puente a ver el atardecer, con la mala suerte de que empezó a diluviar y tuvimos que resguardarnos debajo de un techado hasta que amainó un poco y podíamos coger la moto con seguridad.
Acabamos la tarde de cervezas en Barrel, un bar con varias mesas de billar y que tiene una terraza que da a la playa y donde se está bastante bien cuando el sol se va.
Catedral de Manila
Tengo que admitir que hasta que no cogimos el vuelo de vuelta a Manila, no nos sentimos tranquilos. Hacía un par de días que habíamos oído que justo este día había alerta de tifón y no teníamos claro si saldríamos o no. Por suerte hizo buen tiempo y no tuvimos problema.
Después de despertarnos, cogimos las motos, las devolvimos en el aeropuerto y cogimos el vuelo dirección a Cebú, donde después de una escala corta cogimos otro vuelo hacia Manila.
Habíamos escuchado opiniones dispares sobre la capital, desde gente que la amaba hasta personas que se sintieron inseguras y nos recomendaban no visitarla.
Pero no nos podíamos ir del país sin dar una vuelta por Manila y conocer Intramuros, así que nada más llegar, cogimos un Grab y nos dirigimos a la zona histórica de la ciudad: Intramuros.
Y personalmente creo que fue muy buena decisión. No sólo porque conocimos algo más sobre la cultura filipina, sino porque visitamos puntos con un inmenso valor social e histórico. Si tienes algo de tiempo, creo que vale la pena conocer Intramuros y pasear por su interior detenidamente.
Nada más pasar por la puerta de Intramuros, recorrimos la calle de General Luna hasta llegar a la Iglesia de San Agustín, la más antigua de Filipinas. Luego nos dirigimos a la Catedral y conseguimos entrar para visitarla por dentro. Dimos un paseo por los alrededores, parándonos en las casas con fachadas de la época. De ahí entramos en Fort Santiago y pasamos bastante tiempo subiendo por las murallas, paseando por los jardines y adentrándonos en las catacumbas. Éstas últimas nos sobrecogieron cuando vimos las imágenes de la Segunda Guerra Mundial y de cómo quedó toda esa área destrozada.
Porr último, subimos a la terraza del hotel The Bayleaf, con unas vistas impresionantes de Intramuros y del resto de la ciudad, la mejor despedida posible de Manila.