Tailandia es una de las grandes joyas del sudeste asiático. Un país que te permite vivir aventuras, descubrir naturaleza y relajarnos y tomar el sol. Durante nuestras dos semanas en Tailandia cada día era completamente distinto al anterior. Una mezcla de experiencias y cultura que no puedes perderte.
Llegamos al aeropuerto internacional de Suvarnabhumi. Desde allí al centro de Bangkok había múltiples posibilidades: Combinación tren Airport Rail Link + metro, autobús, taxis, transfers privados del hotel y grab. te recomendamos que cojas grab, que será la opción más rápida y cómoda.
Nota: Grab es el análogo a Uber pero en Asia. Si viajas a Tailandia u otro país del sudeste asiático es imprescindible que lo tengas instalado. Nosotros usamos esta opción porque de precio estaba bien y era la más cómoda y rápida.
Nos alojamos en Thana Wisut Hotel, un hotel cerca del centro de Bangkok, de modo que puedes ir caminando prácticamente a cualquier sitio turístico. Es un hotel sencillo y muy bien cuidado que recomendamos por el buen trato que nos dieron, por la limpieza y organización y por la localización inmejorable si quieres patearte la ciudad.
Una vez en el hotel, a pesar de que era de noche decidimos dar un paseo por la zona y acabamos en la conocida Khao San Road. Una famosa calle ubicada en el distrito de Bangkok y conocida por ser un importante destino turístico y un punto de encuentro para mochileros y viajeros de todo el mundo.
El ambiente que encontramos allí fue completamente inesperado: música, fiesta, gente bailando encima de las mesas, gas de la risa, puestos con insectos para tomar como aperitivo y un montón de hostales. Si quieres salir de fiesta, éste es tu lugar. Y si no, al menos date una vuelta. Esta calle a día de hoy es uno de los iconos para mochileros más importante de Tailandia. Y al transitarla entendimos por qué. Si vienes a Bangkok no pierdas la oportunidad de visitarla de noche y empaparte de su ambiente fiestero.
Wat Chana Songkhram
Como sólo íbamos a estar dos días en Bangkok y queríamos ver muchas cosas, nos levantamos bastante temprano en nuestro segundo día para comenzar las visitas.
En primer lugar hicimos una ruta de templos budistas y antiguas fortalezas por todo el centro de Bangkok.
Wat Chana Songkhram. Templo en el centro de Khao San Road lleno de feligreses y con una decoración cargada y muy bella. Intentaron estafarnos pero sin mucho éxito.
Phra Summen Fort. Pequeña y antigua fortaleza a orillas de río Chao Phraya.
Wat Indharaviharn. Conocido por el buda gigante que gobierna el templo. La figura dorada es enorme e impone bastante. Merece mucho la pena visitarlo.
Saket temple. También conocido como templo de la montaña dorada. Para subir a la pagoda principal hay que subir unas escaleras rodeadas tanto de campanas como de pequeños bustos y ofrendas. De todos los templos que vimos en ese día fue el que más nos gustó. alrededor de la pagoda principal hay unas vistas impresionantes de los alrededores de Bangkok.
Los templos solían estar llenos de gente que ofrecían flores o simplemente estaban allí de meditación y oración. Es importante ir con la solemnidad que requieren estos templos, ser respetuoso y vestir con los hombros y las piernas cubiertas. Si no, en algunos podrían prohibirte la entrada.
Después de visitar el Templo de la montaña dorada, cogimos un Grab y nos dirigimos al mercado flotante de Khlong Lat Mayom.
Recomendación: Hay varios mercados flotantes en Bangkok. El de Damnoen Saduak es sin duda el más famoso, pero por lo mismo el más concurrido por turistas. Nosotros elegimos el de Lat Mayong por su cercanía a Bangkok (apenas fueron 15 minutos en grab) y era muy local, lo que hace que su esencia permanezca intacta y sea mucho más pintoresco.
En el mercado aprovechamos para dar un paseo por entre los puestos para ir viendo la comida típica que tenían y aprovechamos también para cruzar varias veces el río que atravesaba el mercado. Al no estar condurrido por turistas se disfrutaba mucho más. Ya que estábamos, aprovechamos para comer. A lo largo del mercado hay varias mesas y puedes pedir comida de varios puestos y llevártela allí para comer.
Recomendación: Cuando vayas a un mercado, pregunta si algo es picante o no. Nos llevamos más de una sorpresa por no preguntar.
Después del comer y descansar a la orilla del río, nos dirigimos al templo de Wat Arun. Este templo, icono religioso y cultural de Tailandia, es para nosotros un indispensable. Sus azulejos de porcelana coloridos y conchas marinas que están incrustadas en los prangs le dan un aspecto diferente y peculiar y que lo representa completamente. Si podéis, aprovechad e id al atardecer, para ver las últimas luces entre los prangs del templo. Te sentirás en un lugar mágico y único.
Para volver al centro desde Wat Arun, lo habitual es coger un ferry que cruza el río y te deja justo delante del Grand Royal Palace. No dudéis en cogerlo, no sólo por ser la mejor opción en precio y tiempo, sino porque la vista que te deja al irte alejando del templo es impresionante.
Cuando desembarcamos, nos dirigimos al mercado de amuletos, un conjunto de calles llenas de puestos que venden pulseras, collares y bisutería con todo tipo de motivos, desde religiosos hasta flores. Las calles y los puestos son bastante pintorescos, pero no es un indispensable.
De vuelta al hotel hicimos parada en Khao San Road pero nos decepcionó ver que el ambiente era mucho menor que el día anterior porque estaba lloviendo y la gente se resguardaba dentro de los locales y los hostales.
Mercado flotante Khlong Lat Mayom
Wat Indharaviharn
Nuestro segundo día en Bangkok comenzó con las visita a uno de los lugares que más nos impresionó de todo el viaje y que sin duda es un imprescindible: El Gran Royal Palace (o gran palacio real de Bangkok). Se trata de un complejo arquitectónico que se construyó cuando Bangkok se convirtió en la capital de Tailandia, con el objetivo de servir como residencia oficial de la familia real.
Está compuesto por numerosos edificios, pabellones y templos, que personalmente me parecieron increíbles. Muchísimos detalles elaborados en todos los edificios, pinturas con motivos y mitológicos, pagodas ... y en el centro, el templo del Buda Esmeralda, con la imagen de un Buda especialmente sagrada y venerada dentro de la tradición tailandesa.
Nota: Con la entrada teníamos acceso a dos secciones del complejo: una formada por templos y otra por un gran palacio. Una vez que sales de una, no puedes volver a entrar, así que aprovéchala.
Nota: Nada más entrar, una militar nos siguió e intentó hablar con nosotros. Parece ser que muchas veces organizan visitas guiadas y gratuitas por los mismos militares que se encuentran en el Palacio. Buscad a estos militares y preguntadles porque la información que dieron fue muy interesante y la visita se disfruta mucho más cuando te explican la arquitectura o el significado de las figuras que vas viendo.
Nada más salir del Palacio Real, nos dirigimos al Templo de Wat Pho, o del buda reclinado, que se encuentra justo detrás del Grand Royal Palace. Este Buda de 46 metros de longitud representa a Buda en su lecho de muerte, momentos antes de alcanzar el nirvana. Está adornada con pan de oro y sus pies están incrustados con joyas. Se trata de una figura muy venerada. y rodearla mientras caminábamos me pareció increíble. Aunque lo mejor del templo son las pagodas y prangs que hay en los patios alrededor del templo. De múltiples colores y formas, son bastante llamativas y me encantó perderme mientras explorábamos esa zona del templo.
Grand Royal Palace en Bangkok
Buda reclinado de Wat Pho
Con la entrada al Palacio Real nos regalaron una entra a un espectáculo típico de máscaras y música tailandesa.
Nos dimos un paseo por el centro de Bangkok y acudimos a una de las sesiones que daban. El espectáculo, de unos 45 minutos, relataba la leyenda del Ramakien. Nosotros nos divertimos bastante, así que si podéis, no dudéis en acudir a un espectáculo como este que te permite conocer mejor la cultura tailandesa desde otro punto de vista.
Como nuestro siguiente objetivo era ir al Templo del Buda de Oro, cruzamos hacia el Mercado de las Flores y dimos un paseo entre los puestos cargados de coronas florales y ramos que se entregan como ofrenda en los templos. Nos decepcionó un poco el mercado, pero los puestos coloridos y el buen ambiente hace que merezca la pena darse un paseo por allí.
Desde allí nos dirigimos hasta Chinatown. El Night Market de Chinatown es uno de los más famosos y recomendados de Bangkok. Además, el laberinto de calles estrechas, los cúmulos de cables que rodean edificios y los locales y puestos de comida china tienen su encanto. Merece mucho la pena pasear por el barrio y disfrutar de todos esos rincones.
Chinatown
Vistas desde la terraza de Iconsiam
Atravesamos Chinatown para ir a Templo del Buda de Oro. Este templo es famoso por albergar una estatua de Buda de oro macizo, conocida como el "Buda de Oro" o el "Buda de la Fortuna". La estatua de Buda de oro es una de las más grandes y pesadas del mundo. Además, para llegar al Buda hay que subir hasta lo alto del templo desde donde se tienen unas vistas bastante completas de Chinatown y alrededores. Llegado a ese punto ya habíamos visto bastantes templos y dudamos de si visitarlo o no, pero mereció la pena, no sólo por la imagen sino por las vistas que hay desde planta superior.
Después de visitar el templo, nos dirigimos a Iconsiam. Se tratad de un centro comercial bastante lujoso y famoso de Bangkok. Iconsiam es un imprescindible, no sólo por suponer un tremendo choque cultural respecto a las caóticas calles que habíamos visitado hasta entonces, sino que tiene su propio night market en el interior y unas vistas de la ciudad que son impresionantes.
Recomendación: La Terraza de iconsiam es gratis y tiene unas vistas de la ciudad increíbles, tanto del distrito financiero como de la parte más antigua. Puedes subir sin problema y es totalmente gratuita. Además no suele estar muy concurrida, así que puedes disfrutar de unas vistas impresionantes sin que nadie te moleste.
Cabeza de Buda entre las raíces de una higuera
Nuestro cuarto día en Tailandia lo pasamos visitando Ayutthaya, ciudad histórica del país, que durante cuatro siglos fue la capital del mismo.
Y es que el Parque histórico de Ayutthaya está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y por lo mismo no podíamos perdérnoslo.
Entre las principales atracciones turísticas e históricas se encuentran antiguos templos, pagodas, restos de los edificios reales, o la cabeza de Buda atrapada en las raíces de un árbol, imagen icónica de la ciudad y del país y símbolo del budismo en Tailandia.
Como Ayutthaya es tan impresionante y tiene tanto que ver, hemos escrito un artículo explicando la ruta que nosotros seguimos y algunos consejos sobre qué ver en un día en Ayutthaya.
Chiang Mai es la segunda ciudad más grande de toda Tailandia, famosa por los centros de muay thai y por la gran diversidad de planes de aventura que se pueden hacer en la selva que la rodea.
Para ir de Ayutthaya a Chiang Mai hay fundamentalmente 3 posibilidades: Avión, bus y tren.
Nosotros elegimos el tren nocturno, no sólo por aprovechar más el tiempo, sino porque era la opción más aventurera. La experiencia me encantó muchísimo, aunque eso sí, acabé bastante mareado.
Recomendación: Mucha gente se decanta por el plan de hacer en un día Ayutthaya y coger el tren nocturno hasta Chiang Mai. Por ello es importante reservar con tiempo para conseguir ticket y sobre todo, poder coger primera o segunda clase, que son los vagones que tienen literas incorporadas. No hay una web oficial para los trenes en Tailandia. Nosotros te recomendamos que uses la web de Asia12Go para gestionarlo.
Wat Doi Suthep
Con el tren llegamos bastante temprano a Chiang Mai. Nada más salir de la estación hay un montón de taxis y furgonetas que puedes coger para llegar a tu hotel. Nosotros cogimos una furgoneta que nos dejaba en nuestro hostel.
Dejamos las cosas y nos pateamos la ciudad para conocer los principales puntos turísticos:
Casco antiguo de Chiang Mai (Old City): Rodeado por antiguas murallas y fosos, el casco antiguo de Chiang Mai alberga numerosos templos, mercados, tiendas y restaurantes. Es un lugar perfecto para pasear y disfrutar del ambiente histórico de la ciudad.
Wat Chedi Luang: Este templo se encuentra en el casco antiguo de Chiang Mai y es conocido por su imponente estupa parcialmente en ruinas. En el recinto del templo también se encuentran varios edificios y santuarios.
Wat Phra Singh: Este templo es uno de los más venerados en Chiang Mai y alberga una imagen de Buda muy reverenciada llamada Phra Singh. El complejo del templo incluye varios edificios, estupas y jardines bien cuidados.
Wat Chedi Luang
Wat Phra Singh
Parque nacional Doi Inthanon
Después de visitar el casco histórico de la ciudad, hicimos pausa para comer en restaurante de comida típica.
Recomendación: Aconsejamos encarecidamente sacar las excursiones directamente allí. Puedes regatear el precio y siempre saldrán mucho más baratas que si las reservas online.
Después de cerrar varios planes, cogimos un tuk tuk que nos subió hasta el templo de Wat Doi Suthep.
Wat Doi Suthep es un templo budista situado en la cima de la montaña Doi Suthep. Es uno de los templos más sagrados y venerados de Tailandia y entre sus principales atractivos cabe destacar sus largas y empinadas escaleras, cuyas barandillas son unos serpenteantes dragones. Aunque el elemento más reconocible es sin duda la chedi dorada, una estupa que se encuentra en el centro del complejo. Además, el complejo del templo está compuesto por varios patios y terrazas decorados con estatuas, campanas, banderas de oración y otros elementos religiosos. templo. Y sin duda uno de los puntos del templo más visitado es una amplia terraza con unas impresionantes vistas panorámicas de la ciudad.
Recomendación: Os recomendamos encarecidamente que visitéis este templo y, si lo hacéis, subid por la tarde. Justo cuando cae el sol se reúnen varios monjes y hacen una última oración. Es un momento muy solemne que merece la pena ser vivido.
En nuestro segundo día en Chiang Mai madrugamos bastante para poder disfrutar de uno de los planes que más ganas tenía de hacer y que fue sin duda lo que más me gustó del viaje: visitar a un santuario de elefantes.
Son centros donde recogen animales que sufrían algún tipo de maltrato o explotación y los reinsertan en su hábitat y trabajan en su recuperación. Sin embargo, muchos se han vuelto en un atractivo turístico más y ahora explotan a los elefantes con fines turísticos y lucrativos.
Por ello te aconsejamos que sea cual sea el centro que escojas es importante que:
No montar a los elefantes. Es maltrato en toda regla. Durante la doma se les somete a fuertes agresiones y en su naturaleza no está el llevar cargas pesadas a la espalda mucho tiempo.
No obligar a los animales a acercarse a las personas. De manera natural no están acostumbrados a tener contacto directo con las personas. Si mantenéis contacto, que sea porque ellos se acerquen antes.
Nosotros fuimos a Elphant Family Sanctuary y nuestra experiencia fue muy buena. El trato que vimos a los animales fue muy respetuoso, cariñoso y cercano y sin duda los recomendamos.
Grand Pagoda Nabhapolbhumisiri
Cascadas en el parque natural de Doi Inthanon
Después de ver los elefantes, cogimos la furgoneta para hacer una parada y comer comida típica tailandesa dentro del parque natural de Doi Inthanon. Apenas habíamos descansado cuando nos dirigimos a la siguiente parada de la excursión: Visitar el punto más alto de Tailandia. Con sus 2565 metros, este punto más alto nos sorprendió por la espesa vegetación que había alrededor de sus caminos y por los dos pequeños altares con que vimos rodeados de flores y pequeñas figuras de elefantes.
Fue interesante visitarlo pero no me parece algo imprescindible.
Cosa bien distinta fue la siguiente parada del día: las twin pagodas o Wat Phra That Doi Inthanon Real. Estas pagodas, una en honor del difunto rey y otra en honor de su esposa son dos templos que coronan el parque nacional. Rodeadas de jardines muy cuidadas y con una enorme variedad de flores y estanques, tienen grabadas tanto en su interior como exterior escenas religiosas. La verdad es que no me esperaba que me fuesen a gustar tanto estos templos. Me parecieron a la vez un lugar muy solemne, precioso y bien cuidado.
A pesar de lo intenso que estaba siendo el día, aún quedaba una actividad por hacer: senderismo a lo largo del parque. Era una ruta de apenas una hora y que pasaba desde frondosa jungla, donde vimos varias serpientes, hasta los escalonados campos de arrozales, pasando por varias cascadas impresionantes. Poder pasear entre los arrozales nos sobrecogió y no sabría bien decir por qué. El intenso color verde y la naturaleza tan abundante que nos rodeaba supongo que tienen gran culpa de ello. Acabamos en un pueblo donde hicimos una cata de café antes de coger la furgoneta y volver a Chiang Mai.
Aunque estábamos cansados, fuimos a un night market que hacen en el exterior de la zona amurallada y donde probamos el mejor khao soi del viaje. La verdad es que estaba bastante ambientado aunque, según nos comentaron, el mercado más grande lo montan los fines de semana en la calle principal de la ciudad.
Después de toda la intensidad del día anterior, decidimos tomarnos este con más calma.
Nos levantamos tarde, desayunamos y decidimos cumplir con otro de nuestros deseos de este viaje: probar un masaje Tailandés.
Chiang Mai tiene multitud de sitios y, después de informarnos, decidimos ir a Lila Thai Massage, un local muy profesional y regentado por mujeres antiguas reclusas que se están reinsertando en la sociedad.
Fue sin duda un acierto y lo recomendamos sin duda. El local está perfectamente ambientado tanto en música como en olor. Todo transmite paz y calma. Nada más llegar te lavan los pies con aguas florales y te dan a elegir entre distintos tipos de masajes. Salimos de allí nuevos.
Recomendación: En todas las ciudades de Tailandia, especialmente en las zonas turísticas, encontraréis multitud de locales que ofrecen masajes tailandeses. Es mejor gastar un poco más e ir a un sitio más profesional para asegurarte de que no te lesionan y la gente que trabaja allí son profesionales cualificados.
Wat Phan On
Recomendación: Si bien el masaje tailandés creo que es una experiencia que hay que vivir, a mi personalmente me dolió mucho. Si padeces de algún tipo de dolencia muscular es recomendable que consultes con tu médico o fisioterapeuta la conveniencia de esta experiencia.
Después del masaje nos dirigimos a la estación de buses. Habíamos reservado una furgoneta a través de la página de Asia12go y es algo que recomendamos porque el día de antes se habían agotado todas las tranfers privadas que subían a Pai.
Ir hasta Pai es una verdadera aventura. Un viaje de casi 4 horas por una carretera llena de curvas donde no marearse es misión imposible. Nuestra recomendación: Comprad biodramina. Nosotros lo hicimos y pasamos todo el trayecto durmiendo y sin enterarnos. No puedo decir lo mismo de nuestros compañeros de furgoneta que lo pasaron realmente mal.
Y nada más llegar a Pai, su ambiente bohemio y calmado nos conquistó. La tarde la pasamos dando un paseo por Pai y haciendo amigos mochileros por la zona.
De noche el pueblo se transforma y encuentras locales de todo tipo, desde terrazas con música de chillout hasta garitos con futbolines. Podrás hacer tantos amigos como te propongas, te lo aseguro. Nosotros pasamos la noche jugando al billar y al jungle y bebiendo la famosa cerveza tailandesa Chang.
Puente de bambú
A pesar de lo pequeño que es Pai, la cantidad de planes que puedes hacer en el pueblo y alrededores es inmensa. Algunos de los que más nos recomendó la gente que nos encontramos allí eran:
Pasear entre arrozales.
Visitar el puente de bambú.
Ver el atardecer en Pai Canyon.
Visitar el templo Chedi Phra That Mae Yen o templo del Buda blanco.
Dar clases de cocina thai
Como queríamos seguir explorando la zona, decidimos aprovechar la mañana para dar un paseo por varios caminos que rodeaban el pueblo, llegando hasta karen Village y luego volviendo por varios arrozales.
Comimos en Om Cafe, una cafetería encantadora y muy tranquila donde pudimos descansar y hablar de todo lo que llevábamos hecho en el viaje, planeando nuestros siguientes días.
Como los días anteriores había llovido bastante, no nos atrevimos a coger moto, así que negociamos el precio de una furgoneta que nos llevó a dos de los puntos que más ilusión nos hacía conocer: El bamboo bridge y Pai Cayon.
Primero fuimos a Bamboo Bridge, el puente de bambú más largo de mundo, que atraviesa varios campos de arrozales y varios riachuelos que los alimentan de agua. Las vistas de los campos verdes nos sobrecogieron continuamente, pero el ambiente tranquilo y la naturaleza que nos rodeaba hacía que el sitio fuera mágico.
Y cuando el sol empezaba a caer nos fuimos a Pai Canyon. Ya sabíamos que no era un gran cañón impresionante, sino más bien una formación rocosa singular con laderas bastante empinadas. Pero el encanto de este lugar reside en sentarte en la cima de una de las laderas y contemplar tranquilamente el atardecer. Las luces que vimos allí son de las más impresionantes que he visto nunca.
Para terminar el día salimos a dar una vuelta por las ambientadas calles de Pai y haciendo amigos en cada bar donde nos parábamos a tomar algo.
Como buen runner no podía faltar el día en que saliese a correr por Tailandia. Y Pai, con sus arrozales, su selva, con los puente de bambú y el río que la cruza, era el lugar idóneo.
Después del desayuno, decidimos visitar el templo Chedi Phra That Mae Yen, también conocido como el big Buddha de Pai, un enorme Buda Blanco en la cima de una montaña desde el cual tienes unas impresionantes vistas panorámicas del valle.
Si bien la subida no es sencilla, os aseguro que vale la pena alcanzar la terraza y ver desde las alturas todo el pueblo y alrededores.
Recogimos las cosas y nos dirigimos al centro del pueblo para coger la furgoneta que nos llevaría a Chiang Mai y, una vez allí, tomaríamos un bus para ir a Chiang Rai.
Templo del Buda Blanco
Recomendación: Una de las cosas que más nos sorprendió positivamente de Tailandia fue lo bien que funcionan todos los medios de transporte. Sin embargo ten en cuenta que se pierde mucho tiempo en los trayecto entre las ciudades más importantes. Es por ello que después de lo vivido recomendaría, más que hacer una noche en Chiang Rai, hacer una excursión de un día desde Chiang Mai.
Habíamos planificado estar en Chiang Rai un fin de semana porque así podíamos visitar su famoso Night Market, justo en el centro de la ciudad. Si bien no es el más grande de todos los que vimos, es de los que más nos gustó. Tiene varias zonas donde encontrarás a grupos tocando música tradicional tailandesa (y alguna que otra canción no tan local) y multitud de puestos con comida de todo el mundo.
Templo Blanco de Chiang Rai
En Tailandia tuvimos la suerte de conocer a mucha gente. Cuando decíamos que íbamos a visitar los templos Blanco y Azul de Chiang Rai, encontrábamos opiniones diversas. Había quien decía que son una atracción para turistas y que no merece la pena visitarlos. Para otra gente son una obra arquitectónica moderna que hay que conocer.
Para mí son un indispensable si vienes a Tailandia.
Recomendación: Ambos templos son dos de las atracciones turísticas más visitadas del país. Es por ello que si quieres sacar el máximo partido a tu visita y conseguir disfrutar de todo el complejo de templos con tranquilidad intenta ir lo más temprano posible. El templo blanco abre a las 8 a.m. y la entrada cuesta 100 baths (~2,5 euros), mientras que el templo azul abre a las 7 a.m. y la entrada es gratuita.
Wat Rong Khun (Templo Blanco): Este es un templo budista contemporáneo y una obra de arte en sí mismo. El diseño del templo es muy único, con detalles blancos que simbolizan la pureza budista. La construcción del templo comenzó en 1997, por lo que es de los más modernos que visitarás. El templo blanco es conocido por su diseño elaborado y decoración intrincada, con motivos budistas tradicionales mezclados con elementos contemporáneos, como imágenes de superhéroes, alienígenas, películas. Te reto a que intentes encontrar las referencias a personajes de cine y series actuales en su interior.
Wat Rong Suea Ten (Templo Azul): También conocido como el Templo Azul, este templo es otro trabajo artístico moderno en Chiang Rai. Aunque menos conocido que el Templo Blanco, es igualmente impresionante. El color azul distintivo lo distingue de otros templos en Tailandia. El templo fue diseñado por el mismo artista que el Templo Blanco, y es conocido por su estilo único y su atmósfera tranquila. Aunque el templo Blanco es más impresionante arquitectónicamente, el azul nos pareció más sobrecogedor y menos masificado.
Vistos los esenciales de Chiang Rai, nos dirigimos al aeropuerto y cogimos un vuelo Chiang Rai - Krabi. Y desde allí cogimos una transfer compartida que nos dejó en nuestro hotel en la playa de Ao Nang.
Y como muchos locales y agencias abren hasta tarde, aprovechamos el resto de la noche para negociar las excursiones que cogeríamos el siguiente día.
La primera excursión que habíamos cogido comenzaba al mediodía. Como la mañana la teníamos libre, aprovechamos para ir a Pai Plong beach, para la cuál hay que pasar por le monkey trail. Primero paseamos por la playa de AoNang. Si bien por la noche no la habíamos disfrutado al verse completamente oscura, por el día se convertía en algo completamente distinto. Muchísimos barcos en la orilla y multitud de islas que se veían a lo lejos, rodeado de aguas cristalinas y un cielo azul radiante.
Después de pasar por toda la playa llegamos al monkey trail, un pasaje hecho de madera que atraviesa una pequeña montaña para llegar a la playa de Pai Plong. El encanto de este camino, además del pasaje aventurero de madera, son la multitud de monos que hay por todos lados. Se acercarán curiosos a ver si tienes algo de comida y se quedarán mirándote fijamente.
Playa de AoNang
Monkey trail
Nota: No lleves nada de comida porque si la ven o la notan, se vuelven agresivos y te la intentarán quitar. Igualmente, no intentes tocarlos. Pueden volverse agresivos y morderte o arañarte.
Fue muy guay poder caminar entre los monos. Y si vas temprano no hay casi nadie y lo disfrutas aún más.
Cruzar el trail fue bastante sencillo, aunque recomiendo hacerlo en zapatillas y no en chanclas porque hay tramos que resbalan bastante. Una vez en la playa, aprovechamos para darnos un baño y disfrutar de las vistas de toda la bahía desde la orilla. La playa era espectacular y apenas había gente. Disfrutamos enormemente de este rincón paradisíaco.
Volvimos y comimos algo rápido y nos recogieron en el hotel para montarnos en un long tail boat que nos llevaría por los distintos puntos durante la excursión. Nuestra primera parada fue una cala en la isla de Ko Ya Wa Sam. Nos dieron gafas de esnórquel y estuvimos nadando en unas aguas cristalinas entre unos bancos de peces multicolor y algas de todo tipo. Incluso hice varias veces apnea y desde el fondo marino podía ver una diversidad de vida increíble. Nunca había visto algo así.
Nuestra segunda parada fue otra cala en la isla de Ko Ya Wa Bong Ko, desde la que pudimos ver corales de un intenso color rojo y multitud de anémonas. Pero estuvimos muy poco tiempo porque se formó en apenas minutos una tormenta en el mar y tuvimos que subirnos rápido a la barca para resguardarnos en la isla de Ko Kai.
Atardecer desde Thale Waek
Long tail boat en Ko Ya Wa Sam
A pesar de que la lluvia no paraba, decidí darme un baño. Fue una experiencia increíble y única y disfruté todo el rato que estuvimos parados para nadar y hacer esnórquel.
Cuando la lluvia cesó, nos dirigimos a Ko Poda, donde hicimos la cena, basada sobre todo en arroz, carne y pescado y donde nos dejaron un tiempo de descanso en la playa. Y antes de que el sol se fuera nos dirigimos al banco de arena de Thale Waek, desde donde vimos un impresionante atardecer con una gama de colores muy intensa y nos dimos el último baño bajo el sol.
Y cuando ya nos dirigíamos de vuelta al puerto, hicimos la última parada: nadar con plancton bioluminiscente. Nos resguardamos detrás de unas rocas para que la contaminación lumínica fuese lo menor posible y nos lanzamos al agua. Al principio no veíamos nada, pero en el momento en que empezamos a movernos, veíamos pequeños puntos de luz que se activaban y se movían con nosotros. Sin duda la mejor experiencia del día y uno de mis planes favoritos de todo el viaje.
Cuando empezamos a investigar qué lugares visitar del sur de Tailandia, había un nombre que se repetía en todos sitios: Phi Phi, un archipiélago de 6 islas paradisíacas con una impresionante belleza natural y una biodiversidad increíbles.
Así que en nuestro segundo día en AoNang decidimos hacer un one day trip a las Phi Phi.
El Long tail boat salió bastante temprano en dirección al primer punto de la visita: Viking cave. Se trata de una enorme cueva que se encuentra en el lateral de un acantilado en Phi Phi Leh. Pero apenas pudimos echarle un vistazo porque simplemente paramos para hacer fotos y el barco siguió rápido.
La segunda parada fue mucho mejor: Philo lagoon. Una laguna en el interior de la isla, con acceso al mar. Aguas cristalinas y paredes de piedra con algunos árboles que le daban un aspecto mágico. Nos encantó la parada aunque ya empezábamos a ver muchos barcos por todos lados.
La siguiente parada era uno de los puntos que más me emocionaba conocer: Maya bay. Se trata de una impresionante playa de arena blanca y fina y aguas turquesas que ha sido el escenario de películas como "La playa" de Leonardo Di Caprio. Sin duda un punto muy fotogénico que impresiona y que merece la pena ver. Y tuvimos suerte e incluso llegamos a ver una cría de tiburón nadando cerca de la orilla.
Recomendación: Aunque en Maya Bay siempre hay muchos turistas, éstos se suelen amontonar en el acceso a la playa. Si la recorrer y te diriges al extremo opuesto hay mucha menos gente y disfrutarás mucho más del lugar.
Maya Bay
Philo Lagoon
Nuestra siguiente parada fue una cala en Phi Phi Leh, donde tuvimos oportunidad de hacer esnórquel y explorar la gran diversidad de vida marina que hay en la zona. Los peces multicolores eran espectaculares, pero lo mejor sin duda eran los corales rojos y verdes que descubríamos en cualquier lado. Eso sí, había bastantes erizos de mar y teníamos que nadar con cuidado para no clavarnos alguna de sus púas.
Hicimos una pausa para comer en Phi Phi Don, la isla más grande del archipiélago. En el descanso aprovechamos para dar un paseo por las calles de la isla y dejarnos sorprender por la cantidad de monos que nos miraban fijamente desde los tejados, esperando coger algo de comida.
Antes de volver a AoNang hicimos una pausa en la Isla de Bambú, donde nos dimos y baño y tomamos un rato el sol.
Como llegamos antes del atardecer, nos fuimos a la playa de AoNang para ver desde allí como se escondía el sol y conseguimos hacer unas fotos impresionantes. Pero lo mejor de todo fue que de pura casualidad descubrimos que en la playa, apenas se va el sol, hay todos los días un espectáculo con música y fuego bastante emocionante y que nos encantó. Si estás por la zona no dudes en pasarte y verlo.
Y para despedir el día, fuimos a cenar a un sitio de comida típica tailandesa: The Family. Totalmente recomendable, aunque eso sí, es tan conocido que lo más seguro es que tengas que esperar hasta que te den mesa.
Vistas desde el Templo del Tigre
Había escuchado que uno de los templos más impresionantes que se pueden encontrar en Tailandia se encuentra en Krabi y se conoce como Templo del Tigre. El único impedimento, que para llegar a la imagen del Buda hay que subir algo más de 1260 escalones.
Así que ni corto ni perezoso decidí madrugar y dirigirme al templo. En la base de la montaña había unos monjes en oración en la cueva donde se descubrieron las pisadas de tigre. Uno de ellos me regaló y bendijo con una pulsera que a día de hoy aún llevo.
No os voy a mentir. La subida fue muy dura. Llegué exhausto. Por suerte en la cima hay un bidón con agua para refrescarte y beber algo. Y desde todo lo alto las vistas son impresionantes. Desde campos enormes llenos de palmeras, hasta la playa, las islas o las montañas de alrededor.
Recomendación: La subida es dura, pero la experiencia de subir al templo es algo que recomiendo sin ninguna duda.
Cuando volví a AoNang, recogí la mochila y cogimos un log tail boat para ir a Railey. Mucha gente va a Railey sólo como excursión o para pasar el día en sus playas, pero nosotros queríamos hacer noche allí. Primero porque queríamos vivir la experiencia de estar en una zona más aislada y con mucho menos ambiente que AoNang y segundo, porque queríamos disfrutar de una noche en un resort para desconectar y descansar. Y Railey estaba cerca y nos ofrecía ambas cosas.
Aunque la barca encalló varias veces en las rocas y tuvimos que bajarnos para ayudar al conductor a sacarla de ahí, llegamos sin ningún sobresalto.
Y nada más llegar al hotel nos alegramos muchísimo de la decisión que habíamos tomado. Nos tumbamos en unas hamacas a tomar el sol y después de comer pasamos toda la tarde en Phra Nang Beach. Conforme se iba el sol también se iban la mayoría de turistas, y la isla se quedó bastante vacía, así que aprovechamos para explorar sus calles dando un paseo.
Cuando llegamos al hotel no entendíamos por qué todos los empleados llevaban un tirachinas en el cinturón.
Ese día desayunando descrubrimos la razón.
Cuando te servías algo de comida en tu plato, los monos se lanzaban desde los árboles y los tejados cercanos y te la intentaban robar. El buffet fue increíble, pero la experiencia de tener que evitar que los primates te quitasen la comida, aún más.
Nos pusimos en marcha para descubrir los principales puntos de la isla. En primer lugar nos dirigimos a Railey Viewpoint.
Para acceder a ese punto hay que vivir una verdadera aventura. Para llegar hay que, literalmente, escalar una pared vertical. Hay una cuerda que ayuda, pero la verdad es que hay que ir con cuidad y no es algo que recomendaría hacer a cualquiera. Y más aún cuando el día de antes había llovido y todo estaba embarrado y resbaladizo, como nos ocurrió a nosotros.
Phra Nang Cave
Acabamos completamente marrones de todo el barro con el que nos habíamos manchado, pero subir hasta la cima de la pared fue una de las mejores experiencias del viaje. El camino se bifurcaba en dos puntos: Uno iba al Lagoon y otro al viewpoint. Unos turistas que venían de vuelta nos dijeron que la marea baja hacía que no hubiese agua en la Lagoon, así que directamente fuimos al mirador. Estuvimos completamente solos haciendo fotos y las vistas que se tienen de Railey y alrededores son de verdad increíbles. Merece mucho la pena subir a pesar del esfuerzo.
Railey East Viewpoint
Playa de Railay
Cuando bajamos fuimos directos a la playa, para limpiarnos un poco el barro. Y nos dirigimos al otro punto importante de la isla: Phra Nang Cave. El acceso era mucho más sencillo que el de los puntos anteriores, aunque el camino está escondido entre los árboles y no se ve a simple vista, lo que le da aún más encanto. Dentro de la cueva estuvimos un buen rato explorando todas las esquinas y disfrutando de las vistas que teníamos del mar a través de los huecos que había en la pared de roca.
Comimos en el pueblo y pasamos la tarde en Phra Nang beach haciendo esnórquel y disfrutando de los corales que hay cuando te metes un poco más en el mar.
Cuando empezaba a anochecer nos volvimos a AoNang, donde cogimos una Van al aeropuerto para coger el avión de vuelta a Bangkok.
Vistas desde el centro comercial de centralwOrld
Teníamos una mañana libre en Bangkok y había una cosa que quería hacer antes de irme: descubrir la "zona nueva".
Si bien habíamos explorado todos los rincones que pudimos de la zona histórica, Bangkok tiene un centro financiero enorme y exuberante, con hoteles y tiendas de lujo y centros comerciales que son ciudades en sí mismas.
Así que aprovechamos la mañana para coger un bus que nos dejase en Siam y recorrer los centros comerciales de MBK y de SIAM center. Había multitud de tiendas para comprar los últimos souvenirs del viaje.
En todos lados veíamos increíbles rascacielos y edificios modernos y de lujo. Parecía que habíamos entrado en una ciudad completamente distinta a la Bangkok que habíamos conocido hasta entonces.
Antes de coger el grab en el aeropuerto quisimos dar un paseo por Khao San Road, con mucho menos ambiente que cuando paseamos de noche, y despedirnos de la ciudad tomándonos un coco y subiendo a la terraza del hotel para llevarnos una última panorámica de Bangkok.